Cuando el gobernador de La Rioja, Beder Herrera, salió del encuentro con Cristina Fernández de Kirchner declaró: “La Presidente me apoya en seguir adelante con el proyecto minero”. Más allá que la presidenta seguramente afirmó tal cosa, en realidad, lo mandó a retroceder para no quedar así el gobierno central pegado a la derrota, “Decí que te apoyo, pero esto no da para más, por lo menos por ahora”, palabras más, palabras menos, fue así, el resultado lo canta.
La lucha del pueblo de Famatina les propinó un durísimo golpe, lo que obliga a que momentáneamente suspendan o cambien de estrategia en sus intenciones. Extraordinario ejemplo el de esta lucha, donde se conjugaron varios factores dentro de los cuales los fundamentales, sin ninguna duda, fueron la masividad que lleva implícita la unidad, la firmeza de no ceder, y la nacionalización del conflicto. Pero existe un elemento que es importantísimo destacar: este es un triunfo POLÍTICO que se da en un contexto de innumerables luchas de toda índole contra el ajuste, en diferentes lugares del país.
Las medidas impulsadas por el gobierno con la famosa “sintonía fina” tuvieron que comerse el repliegue desde el sur hasta el norte, y desde el este hasta el oeste, donde aparecieron las primeras avanzadas en la lucha contra el ajuste. Lo de Famatina tuvo un apuntalamiento en el contexto propiamente dicho, al tiempo que esta lucha, al adquirir un relieve nacional, reanima a todo el pueblo a avanzar en la confrontación a todas estas políticas antipopulares. Todo se encadena y se potencia. Toda lucha se torna relevante.
Desde los mapuches que tomaron la Municipalidad de Junín de los Andes, donde tuvo que renunciar el Intendente del Parque Nacional Lanín, e incorporar a los despedidos y otros ajustes; hasta los municipales en Jujuy; la no movida del meteorito en el Chaco, que aunque no tiene que ver con las medidas del ajuste tiene que ver con el “esto es de aquí y no se mueve”; al igual que las innumerables luchas de la clase obrera como en Ameghino o el Parque Industrial de Gualeguaychú.
Nuestro partido viene afirmando que un movimiento revolucionario se está gestando, y el contenido más profundo de ello es el pueblo movilizado.
En varias notas sobre el problema de la megaminería refiriéndonos a Andalgalá, decíamos que estos proyectos de los monopolios bajan desde el gobierno nacional y de ninguna manera son iniciativas provinciales y municipales. El poder de los monopolios y su gobierno se sienten limitados. La mentira ya no les alcanza, y aquellos sectores del pueblo que mantenían una cuota de expectativa en este gobierno, la han perdido, incluso en algunos sectores de los “famosos” que presumen de progresistas comienzan a pensar diferente de este gobierno. Al tiempo que la corte de intelectualoides “progresistas”, mercenarios de poca monta, comienzan a perderse en una serie de estupideces dignas de las más grotescas comedias, llegando a afirmar que “el mal aliento contamina” como lo dicho en 6, 7 y 8 el viernes pasado en una clara demostración de la más alta falta de respeto, subestimación y desprecio al pueblo, que sí le contamina los planes a los monopolios y su gobierno, que por más que se vista de seda…U otras afirmaciones o jugarretas como pretender hacernos creer que el conflicto de la megaminería se reduzca a un enfrentamiento entre Greenpeace y Clarín versus gobierno.
Todas estas falacias terminan demostrando el temor que sienten por lo que se viene porque, además de la lucha del pueblo de Famatina y demás revueltas populares que se están dando, pende como una guillotina suspendida en el aire la lucha salarial que se abre en marzo.
Por eso, lo que está pasando es algo muy serio. La lucha de clases indica que una nueva vuelta de tuerca en el enfrentamiento se está produciendo, colocando a la clase obrera y el pueblo en inmejorables condiciones para que se desate una ofensiva que haga retroceder y debilitar aún más a la oligarquía financiera en la lucha por el poder.