La crónica del diario La Nación del día de hoy, acerca de los anuncios presidenciales sobre el tema Malvinas, señala: “Las señales de concordia se vieron empañadas con una inesperada agresión al final del acto: un grupo de ex combatientes que había quedado fuera de la Casa Rosada golpeó al diputado kirchnerista José María Díaz Bancalari cuando terminaba de hacer declaraciones en la puerta de Balcarce 50”.
El diario transmite lo que se pudo ver durante el acto. El gobierno monopolista arma una puesta en escena, con toda la claque “opositora”, con Moyano y Cía., que hasta ayer decía que este gobierno lo hacía acordar al menemismo, con embajadores, etc. En esa “concordia” que quiere hacer de Malvinas la nueva causa nacional, se ve reflejada exactamente cómo actúa la burguesía cuando las papas le queman, cuando cierran filas en pos de un “interés común” intentando dejar de lado los problemas de clase, los verdaderos problemas cotidianos de la gran mayoría del pueblo argentino. Hoy mismo se anuncian nuevos aumentos en productos de la canasta familiar; entonces vale preguntarse: ¿por qué Malvinas justo ahora?
Está claro que la escalada de conflicto que viene aumentando hace algunos meses, tiene que ver con las proyectos efectivos que se vienen anunciando y concretando acerca de la explotación petrolera en la zona. No debería sorprender que la embestida contra Repsol YPF y los anuncios de una nueva “estatización” de la compañía tengan que ver con este tema. El gobierno y los monopolios petroleros que actúan en la Argentina y en la región ven con interés multimillonario “participar” de alguna forma en los nuevos negocios que se abren. Entonces, tanto el gobierno argentino, como el inglés, están hablando de algo más que de un problema de soberanía, están hablando de negocios en los que las multinacionales del petróleo están de un lado y del otro del mostrador.
El otro aspecto, el político, es tanto o más importante que el anterior. Hacer de Malvinas causa nacional es intentar meter debajo de la alfombra los problemas de clase. Es intentar encorsetar los reclamos políticos, económicos y sociales de las masas por medio de la archiconocida mentira de que debemos estar unidos ante el “enemigo externo”, por lo tanto “dejemos para más adelante los problemas sectoriales”. Es intentar confundir la lucha de clases con la unidad nacional, unidad en la que todos somos iguales y tenemos que tirar del mismo carro, pero a la hora de los beneficios, como siempre, unos pocos se quedan con lo de todos.
En medio del ajuste en marcha, sacar la cuestión Malvinas es una muestra de subestimación enorme al pueblo argentino. Es querer engañar con un engaño que atrasa treinta años, ya que hace treinta años el mismo engaño no sirvió de nada a la hora del enfrentamiento clasista. Hoy otros son los actores y otras las circunstancias, pero la misma es la clase en el poder que intenta hacer de Malvinas el “paraguas de oro” en el que todos debemos cobijarnos. Lo dicho, están atrasando treinta años.
Malvinas es una causa sagrada de la clase obrera y el pueblo argentinos. La burguesía nunca será capaz de defenderla a rajatabla, si no es en función de los negocios o del provecho político que pueda sacar de la misma. La revolución hará de la causa Malvinas una causa justa verdadera en la que realmente estarán en juego los intereses y las aspiraciones de las mayorías en el poder y no las de una clase que solo quiere aprovecharse de un tema tan caro al pueblo argentino.