Hace más de una década, un viejo y querido militante, comunista de toda la vida, comparó al gobierno de entonces con un elefante en la ciénaga: si se queda quieto, no puede salir; si intenta salir, más se hunde.
Cuando ayer la Presidenta declara que si habla la critican y si no habla también la critican, nos hizo recordar la frase de aquel entrañable compañero. Es la cara más clara y contundente de la crisis política burguesa. Porque lo que se expresa por estos días es la profunda crisis que atraviesa la clase dominante, atada de pies y manos ya que, haga lo que haga, será repudiado por la inmensa mayoría del pueblo argentino.
Nombrar una intervención a TBA por 15 días, ¿no es acaso un manotazo de ahogado para una administración a la que le estalló una bomba en las manos?; presentar a una militante oficialista como “ejemplo” de solidaridad en la tragedia de Once, un día después de decir que no hay que politizar el hecho, ¿no significa una subestimación al límite del autismo político por parte de la Presidenta?
La crisis de los de arriba, oficialismo y oposición, instituciones de todo tipo, es superlativa, porque los de abajo no les dejamos pasar una. Esa crisis, que lleva más de una década, no tiene vuelta atrás. Es la que impide que la burguesía monopolista tenga campo orégano a la hora de llevar adelante sus políticas, ya que las mismas nacen cuestionadas por un movimiento de masas que está en alza permanente y no se deja llevar de las narices por ninguna de las iniciativas de los de arriba.
Hasta hace un tiempo nada más, el 54% de los votos logrados por el kirchnerismo en octubre, era un recurso que utilizaban para justificar sus políticas. Hoy ya ni con eso pueden contar.
Pero debemos tener claro que esta crisis es del conjunto de la clase dominante; no se trata solo de este gobierno ni del que pasó. Es la crisis de un sistema inhumano y explotador, que por más ropa humanitaria que intente vestir, siempre deja ver los harapos de su carácter de clase.
Las necesidades y aspiraciones del pueblo argentino no pueden quedar en manos los que nos matan, nos envenenan, nos explotan a diario. La crisis es permanente, estructural. La única salida la tiene la clase obrera y el pueblo movilizados y avanzando con un proyecto de país antagónico con el que la clase en el poder sustenta. Por allí pasa la lucha política a presentar en todos los terrenos; de lo contrario, ellos seguirán disponiendo de nuestras vidas y nuestro futuro.