El embate del gobierno nacional contra Repsol, controlante de YPF, es vendido como parte de la “lucha contra las corporaciones”, pero en realidad, esconde otras motivaciones mucho menos heoicas de las que se presentan.
Durante diciembre de 2010, se anunció el “descubrimiento” de importantes reservas de shale oil y shale gas en el sur de nuestro país. El shale es la denominación que se le da al petróleo y al gas que se encuentran entre la roca de la corteza terrestre, por el cual se utilizan métodos de extracción denominados “fractura hidráulica” que consisten en la inyección de grandes cantidades de agua más arenas y aditivos químicos, como el tolueno y el benceno, altamente contaminantes y cancerígenos.
El descubrimiento al que hacemos referencia más arriba, significó que nuestro país aumentó de un plumazo cinco veces las reservas de gas. El shale gas, o gas esquisto, es un combustible que se viene utilizando en el hemisferio norte, sobre todo en EEUU y Canadá, en reemplazo del gas convencional, al punto que la producción de esquisto saltó de 11.037 millones de metros cúbicos en 2000 a 135.840 millones en 2010. En caso de seguir a este ritmo la expansión, en 2035 llegará a cubrir 45 por ciento de la demanda de gas general, según la EIA, agencia de energía de los Estados Unidos.
Un estudio de la misma agencia, publicado en abril de 2011, encontró prácticamente el mismo volumen (187,4 billones de metros cúbicos) de gas esquisto en apenas 32 países, y China, Estados Unidos, Argentina, México, Sudáfrica y Australia (en ese orden) concentran casi el 80% de esas reservas.
Las reservas en nuestro país están en yacimientos bajo dominio de Repsol, sobre todo en la provincia de Neuquén, y están calculadas para alcanzar a 300 años de consumo actual, como para que veamos de qué cifras y de qué negocios estamos hablando.
A principios de este año, se realizó en Buenos Aires el congreso «Shale Gas & Tight Oil 2012», del que participaron empresas como Exxon Mobil, Total y Statoil, y bancos como el Citi y del Bank of America. Se advierte que entre los participantes no se encontraba el principal actor y poseedor de los yacimientos, que es Repsol. “Sorpresivamente”, luego de la operación de tiroides presidencial, la presidenta “eligió” como blanco a la empresa de origen español, coincidentemente con los anuncios de una reestatización y otras yerbas.
El impresionante negocio en danza, ha recrudecido la lucha intermonopolista mundial por el control de estos recursos, en una pelea abierta por los mismos y a la que se presenta como la “lucha contra las corporaciones”. Mejor sería, lucha entre corporaciones, en las que el gobierno nacional es arte y parte favoreciendo, según el caso, los intereses de uno u otro sector monopolista.
No existen batallas justas pues no es justo el fin que se persigue, sólo es una batalla por ver qué sector de la oligarquía financiera mundial se queda con esos recursos. Este es el funcionamiento del capitalismo monopolista de Estado en toda su dimensión.