La ley de “convertibilidad” aplicada en los años ‘90 con Menem y Cavallo adecuó la institucionalización de lo que, de hecho, se estaba dando en el proceso de concentración de la economía. Esa ley, los argentinos la sufrimos en carne propia. Fue un punto determinante para facilitar las privatizaciones, acelerar la presencia de los servicios financieros y comenzar a profundizar una etapa de fuerte exportación de capitales. Hubo grandes ganadores, las privatizadas necesitaron de la ley para garantizar su cuota de ganancia. Cobraban en pesos, compraban dólares baratos y salían legalmente por nuestras fronteras con la Constitución en la mano. Los bancos jugaban ese papel y el Banco Central los garantizaba.
La clase obrera perdía puestos de trabajo y el dolor llegaba al hogar de los trabajadores.
Las privatizadas desplazaron de un solo golpe a miles y miles de pequeñas y medianas empresas, pero había que garantizar que el Banco Central, bien presente, no emitiese moneda. Los dólares tenían que estar baratos. Fueron años muy duros, pero la lucha de clases contra esas políticas puso en jaque a varios presidentes. En lo fundamental se desembocó en el 2001 y a partir de esos estallidos cada gobierno que vino, incluidos los K. se vieron sometidos a la presión de la protesta y la movilización.
Para recobrar la gobernabilidad política, la burguesía tuvo que conceder un sinnúmero de conquistas.
Hoy por hoy el hecho de que el Banco Central deba cumplir otro papel, no es menor.
Irán por la modificación de la Ley de Convertibilidad y de la carta orgánica del BCRA para darle más poder de regulación sobre las entidades financieras. La propuesta de una nueva ley de entidades financieras del progresismo argentino cuyo adalid es Heller no funcionó. Este sector ultra reaccionario, lame botas de la burguesía monopolista se sigue arrastrando a ese compás. Le hacen coro a la idea de una posibilidad de reflotar la burguesía nacional con propuestas inviables en la época del Capitalismo Monopolista de Estado y que en lo político les exige aplaudir las medidas contra el pueblo de este Gobierno, no por nada a este sector, el proletariado lo caracterizó de ser furgón de cola de la burguesía y de ser militantes activos contra las ideas de la revolución socialista.
Esta formulación de la presidente está expresando que el Estado necesita más recursos para la gobernabilidad, para intentar superar las crisis crónicas políticas. Los monopolios que hoy sostienen el proyecto exigen más recursos del Estado. Se hace necesario liberar el potencial del Banco Central (centralización del capital) para avanzar en una política de subsidios que garantice a esos sectores una cuota de ganancia no garantizada en países de alta crisis económica y en donde los salarios están en escalones superiores.
Varias industrias, bancos y servicios han impuesto el discurso de la Presidente K., el Banco Central ayudará una vez más al proceso de concentración económica en ciernes. El crédito conseguido con el robo que se les está haciendo al obrero y a los trabajadores y pueblo argentinos irá dirigido a los monopolios que hoy están controlando decididamente el Estado y dentro de él el Banco Central.
La lucha de clases divide las aguas, se recurre al Banco Central porque la política de hambrear al pueblo está sometida a la movilización constante de la clase obrera y el pueblo. Para realizar negocios se necesita paz social y esa paz está condicionada todos los días.
Multimillonarios contratos están en juego, negocios de las multinacionales que han puesto sus reales en nuestra patria basados en la explotación y opresión de nuestro pueblo, ante cada movilización y reclamo tienen que dar un paso atrás, vacilan, hoy dicen una cosa y mañana otra.
El nuevo papel del Banco Central es una medida política defensiva.
La oligarquía financiera y su gobierno están entendiendo que se les está haciendo muy difícil gobernar sin paz social garantizada. Necesitan las manos libres y recurren a artilugios y mecanismos archiconocidos con la plata de todos los argentinos, la reforma de la carta orgánica es institucionalizar el robo, legitimizar lo que han hecho, lo que hacen y lo que harán.
La derogación de la ley de convertibilidad o parte de ella será una nueva adecuación al proceso de concentración económica y centralización de capitales, no por casualidad los bancos más grandes de nuestro país vieron con buenos ojos la iniciativa de gobierno, lo que permitirá desde la gerencia del máximo organismo dirigir el crédito a donde más réditos convenga. Llámese Industria automotriz y autopartistas, alimentarias, laboratorios, infraestructura necesaria para los monopolios, bancos que lucran y están entreverados con estos negociados y por supuesto todos los servicios que acompañarán esta nueva realidad.
El problema para la burguesía monopólica y su gobierno no es la Ley de convertibilidad, ésta en definitiva ha sido superada por la vida, a modo de ejemplo: actualmente las reservas están U$S 5.000 millones por debajo de la base monetaria, por lo que tienen que adaptar la Carta a esta nueva situación.
Es una herramienta que les sirvió para pagar deuda externa ilegítima y que ahora los condiciona y ellos mismos la actualizarán, pero el gran desafío que tienen e intentan minimizar es la lucha de clases.
Esto es capitalismo y desde nuestras páginas mostramos sólo una mínima parte de lo que se está expresando por abajo contra el sistema. Esa es la batalla de fondo de todos los días y cada vez más en nuestro pueblo se va reconociendo la idea de que se les puede asestar golpes con luchas y movilizaciones que pongan freno al aberrante mundo del consumismo y la ganancia de unos pocos y a la vez masificar un proyecto revolucionario, socialista en danza.