Cómo comerse el elefante…o cómo golpear el corazón de la bestia…

Hay una vieja metáfora que dice que “el elefante no se come de un solo bocado, sino de a pedacitos”. Como toda alegoría de la sociedad divida en clases, está preñada del mandato de las clases dominantes que reina en los pensamientos y conductas de todos los individuos.

Con verdades a medias lo que se oculta es que el elefante debe estar muerto para comerlo. Encubriendo, de esta forma, como con otras verdades a medias, el propósito de garantizar su dominación de clase.

Este “orden” del pensamiento reinante de la burguesía se expresa cotidianamente en el terreno de la lucha de clases. La creencia, aún en muchos sectores de la vanguardia, de que se puede cambiar el orden establecido de explotación, opresión y  despojo que lleva adelante la oligarquía financiera y su Estado a través de la lucha reivindicativa, económica y social en forma aislada y sectorial sin la búsqueda de un escalón superior de enfrentamiento con el poder. Es como si al elefante se lo pudiera comer a pedacitos.

Esto, en la actual alza del enfrentamiento de la clase obrera y el pueblo con el régimen -donde la complejidad y variedad de formas de organización bajo la vigorosa práctica de la democracia directa y la autoconvocatoria – presenta un escenario de fragmentación y aislamiento que dificulta la acumulación de fuerzas y la unidad política necesarias para terminar revolucionariamente con tanta infamia.

Nuestros primitivos antepasados ya sabían que para llegar al corazón de la bestia y matar al elefante, para así comerlo, era necesario un gran esfuerzo, inteligencia y experiencia colectiva, donde se involucraban absolutamente todos los miembros de la comunidad e incluso hasta se dejaban de lado temporaria mente enfrentamientos tribales, en función del objetivo de garantizar la subsistencia de todos.

Hoy la tarea central de los revolucionarios es asumir la responsabilidad de construir la unidad política para así romper el aislamiento y la fragmentación de todos los  esfuerzos que está realizando la clase obrera y el pueblo en sus luchas cotidianas. Unidad donde converjan la lucha reivindicativa y política de todo movimiento. Donde se realimenten en su interacción las distintas luchas que hoy se encuentran en soledad y liberando fuerzas que aún hoy están a la espera de un camino liberador.

La edificación de la unidad es el verdadero camino de la construcción del sujeto revolucionario capaz de llegar al corazón de la bestia capitalista y terminar con ella. Esto es hoy extender y profundizar el proyecto revolucionario en marcha; no es otra cosa que la revolución misma.

 

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