El día de hoy será una jornada de movilizaciones y protestas en toda la provincia de Buenos Aires en contra de la medida de desdoblar en cuatro el pago del medio aguinaldo de junio. En la provincia de Santa Cruz, los policías están autoacuartelados por demandas salariales y otros reclamos, lo que se desata en medio de la pueblada en Río Turbio y luchas en el resto de esa provincia. En Chubut, los trabajadores petroleros “Los Dragones” siguen con los piquetes en las rutas ante la intransigencia de la empresa PAE (Pan American Energy). En Cañuelas todo un pueblo reclama justicia y seguridad, poniendo en jaque a todas las instituciones del Estado. Las negociaciones salariales siguen estancadas y en muchas ramas productivas ni siquiera se han abierto las paritarias de 2012; recién se están cerrando las del año pasado.
Mientras todo esto sucede, la Presidenta de la Nación se descuelga con otro de sus discursos, en el que se jacta de “hacer frente a los compromisos (léase pago de la deuda), mientras el mundo se derrumba”. Estas definiciones presidenciales ratifican que el ajuste está en pleno proceso de aplicación; cumple con los de arriba, con los de su clase, mientras que los de abajo vemos cada día cómo se gravan nuestras condiciones de vida. Y las luchas crecen y seguirán creciendo dado que la decisión de la burguesía monopolista es que su crisis la paguemos los trabajadores y el pueblo.
Las declaraciones presidenciales podrían definirse como las de una señora multimillonaria que está por fuera de la realidad que sufrimos el pueblo argentino, cosa que es cierto. Pero lo que verdaderamente desnudan es una crisis política monumental, de una profundidad inédita en la historia política argentina. Las decisiones burguesas y la lucha popular avanzan en sentido contrario por una sola vía y el choque entre ambas es cada día más inminente.
Se trata de una agudización de la lucha de clases, en un proceso en el que la clase obrera argentina ha dado el presente y comienza a encaminarse hacia una dirección en la que, como en otras etapas de nuestra historia política, le dará una calidad distinta al proceso que está en marcha. En esta situación, los de arriba navegan en aguas cada vez más turbulentas porque los de abajo hacen sentir todo su peso y decisión en la lucha por una vida digna. Estamos entrando en una etapa de calidad diferente; a los inconvenientes para gobernar que tiene la burguesía se irán agregando acciones de carácter revolucionario de las masas. Este derrotero va más allá de las decisiones y las voluntades; es un proceso objetivo y que llega para quedarse.
Lo que sí depende de la voluntad y la decisión de la clase obrera y el pueblo argentino, junto a los destacamentos de revolucionarios que se cuentan por miles, es orientar ese proceso hacia una salida que beneficie a las mayorías populares. Este es el camino que tenemos por delante y en el que las ideas y el proyecto de la revolución tienen todo para ganar.