La Ministra de Seguridad, Nilda Garré, asegura que los homicidios en Argentina «están muy por debajo de otros países latinoamericanos»; y con dicha afirmación pretende, o intenta justificar, desde un terreno absolutamente formal y banal, que aquí la cuestión se está tomando firmemente; no se sabe desde qué medidas (por supuesto represivas) con mejores resultados que en el resto de los países latinoamericanos.
Pero, saliéndonos de lo formal, y por fuera de todas estas estadísticas, es que nuestro país, al igual que el resto de los países latinoamericanos, son capitalistas donde el hombre no cuenta y la resultante es la decadencia cada vez mayor, porque la concepción del mundo que tienen es la ganancia por sobre todas las cosas a costa del trabajo ajeno, y toda la sociedad pivotea en ésta, su verdadera esencia. La explotación, hambre y miseria de las mayorías se constituyen en la causa y efecto de la ganancia. Y esto, naturalmente, cada vez es más agudo, empujando a millones de seres humanos a condiciones miserables e infrahumanas de existencia, que no es lo mismo que la vida. De ahí que para millones, «la vida» esté carente de todo valor. La marginalidad y el atraso no tienen vida, y por lo tanto no tienen por qué valorar ni la propia ni la ajena. Por eso afirmamos siempre que VIOLENTO ES EL SISTEMA.
Y lo peor y más grave es que en los marcos de esta sociedad decadente y putrefacta esto se va a seguir agravando, sin retorno. Lo cual presenta (amén de la mentira) una contradicción antagónica e insalvable: pretender que el sistema que colocó a los pueblos en estas condiciones vaya a solucionarlo dentro de los marcos de este mismo sistema, es categóricamente imposible.
No es tan complejo entender esto, aunque ellos lo presenten así, pretendiendo, el enemigo, seguir vendiéndonos espejitos de colores. Todo queda reducido a tomar mayores medidas del orden militar y policial, que por otro lado terminan como el hurón que cuando se les muere la hembra se aparean con las ratas; y termina así siendo el delito un negocio de las fuerzas represivas.
La única solución para este flagelo, como tantos otros del capitalismo, está en la salida revolucionaria, donde el epicentro de la nueva sociedad sea el hombre y no la ganancia. En el mientras tanto, ¿Qué hacemos?. Los problemas de la inseguridad los tiene que tomar el pueblo movilizado y organizado, en sus manos. Es la única manera de ponerle un freno paliativo. Pero lo más importante es que en dicho ejercicio movilizador y organizador de la autodefensa de masas, vamos ejercitando, haciendo experiencia y ganando en conciencia que no necesitamos del capitalismo para resolver nuestros problemas.
La burguesía es quien instaló la droga, la introdujo, la comercializa y también la «combate». Hacen el negocio, y al mismo tiempo la utilizan como un mecanismo más para quemar fuerzas productivas. Los tan cobardes, a la marginalidad la denominan, a nivel mundial, con la categoría económica de «población sobrante». Les encantaría inventar una III Guerra Mundial, y mandar así, de un plumazo, a la muerte a millones y millones de seres humanos, como lo hicieron en la I y II Guerra Mundial (al fin y al cabo son los mismos capitales de origen y más concentrados) e intentar tomar un respiro en sus crisis. Pero la debilidad política que tienen es tan grande que de intentarlo se le sublevaría la población mundial. Y entonces no pueden, y se les van acumulando masas y masas de marginales sumidos en el atraso total.
Este sistema no nos puede dar ningún tipo de salida, muy por el contrario. Este sistema es inseguro, y por lo tanto se va a profundizar más y más.
Estas, Sra. Ministra Garré, son nuestras estadísticas que tratan de esbozar, tan sólo como una insinuación, los problemas de inseguridad que padecemos, y que no son un problema policial.