Las noticias sobre el lavado de dinero proveniente del narcotráfico y otros negocios “ilegales” en el banco HSBC, dan una muestra clara de cómo funcional el sistema capitalista.
Mientras los funcionarios y banqueros se rasgan las vestiduras y sermonean discursos inflados de moralina, lo que se revela es que los multimillonarios negocios que se hacen con el narcotráfico, la venta de armas, el tráfico de personas, etc. son parte intrínseca del movimiento de capitales a nivel mundial, por el que los bancos del sistema terminan siendo, indefectiblemente, los que “lavan” ese dinero para que así se continúe con el proceso de concentración y centralización de capitales a escala planetaria.
El mismo senador norteamericano, Carl Levin, presidente del subcomité que dio a conocer la denuncia, declaró que este tipo de casos “levantan profundas dudas sobre el sistema bancario internacional”. En realidad, más que dudas lo que se levantan son precisas certezas acerca del papel que juegan los bancos en el lavado de dinero.
Si el capitalismo es capaz de arrasar regiones enteras, sin importar la muerte de miles de seres humanos ni la irracional explotación de los recursos naturales, ¿se le puede pedir que “controle” el origen de los capitales? Pensar lo contrario sería concederle honorabilidad a los capitalistas; sería lo mismo que pedirle racionalidad a la bestia cuando va detrás de su presa.
Los motivos de las revelaciones también tienen que ver con esto. No están fundadas en la intención de limpiar el negocio de deshonestos capitalistas, sino que se debe enmarcar en la lucha intermonopolista mundial en la que hoy le tocó perder parte del millonario negocio al HSBC, como en años anteriores le tocó al Citibank o el Wells Fargo. Además, se trata de capitales provenientes del narcotráfico mexicano el cual está íntimamente ligado a las multinacionales de origen estadounidenses tanto en este negocio como en el del tráfico de armas.
Así como el capital no tiene patria, tampoco se le pide “certificado de origen”; son capitales y punto. Y por lo tanto, deben pasar a engrosar las arcas del capital financiero internacional sin más explicaciones. Son leyes objeticvas del capitalismo que se guía solamente por el afán de lucro y caunto más rápido, mejor.