Todas las medidas del gobierno en relación al impuesto a las ganancias apuntan directamente a engrosar la lista de trabajadores que pagan el impuesto, a tal punto que llegue el momento en que no quede un solo trabajador de este país que no ponga de su bolsillo una parte de su salario a la suculenta caja que recauda de forma arbitraria e injusta, el cobro de un impuesto al salario de los trabajadores argentinos. Hoy se recauda por ese impuesto, según los datos que pudieron obtenerse de los que maneja el gobierno: $ 1.800 millones. Esa cifra da cuenta de la verdadera intención, ya que nadie puede imaginarse que estarían dispuestos a dejar de recaudarla.
Con el verso trillado y descarado de “sacarle a los que tienen para ayudar a los que menos tienen” intentan justificar esta metida de mano en los bolsillos, para incrementar una gran parte de la recaudación fiscal, que tiene como principal destino, seguir sosteniendo los altos niveles de subsidios a los monopolios. Que dicho sea de paso el verdadero lema debería ser el de: sacarle a los trabajadores para darle a los que más tienen.
La política del gobierno de los monopolios tiene como objetivo fundamental achicar cada vez más los salarios reales de los trabajadores. Para lo cual han incrementado los niveles de inflación de los precios en el costo de vida, devaluando de esta manera el poder adquisitivo de los salarios. En este mismo sentido los aumentos salariales que han pactado los sindicatos con el gobierno, no se condicen en lo más mínimo, con la inflación real. Por lo tanto, desde aquí, es donde a partir de la relación entre aumento de inflación y aumento de salarios, se produce ya, un importante desfase en desmedro de la calidad de vida de los trabajadores, donde el salario tiene un mínimo incremento, pero la carne se eleva por arriba de $40 el kg, la yerba por arriba de $30 el kg, los fideos por arriba de $10 y así todos los artículos de primera necesidad más todo lo que una familia necesita para vivir y que sigue en ascenso permanente.
La inflación es uno de los principales zarpazos a nuestros salarios pero, no conformes con esto, en el mismo marco de la relación del elevado crecimiento inflacionario y con los bajos incrementos salariales, una gran masa de trabajadores han pasado a cobrar por arriba del piso del mínimo no imponible, y se los ha incorporado al pago del impuesto a las ganancias. Y de esta manera 2.000.000 de asalariados, se encuentran alcanzados por el impuesto. Para dar un ejemplo de esto hoy más del 40% de los docentes ya pagan ganancias.
De esta manera, hacia fines del 2008, estaban registrados para el cobro del impuesto a las ganancias, aproximadamente 600.000 trabajadores. A mediados del 2010 la cifra ya subía a 1.200.000 asalariados, y hoy, mediados del 2012 ya alcanza a 2 millones (de los cuales 250.000 fueron incorporados recientemente). Como se puede ver, el incremento es progresivo, y apunta en escala ascendente.
Ahora la nueva intentona de garantizar el impuesto viene de la mano del engaño, donde los medios de comunicación salen a vociferar que en nuestro país se paga menos ganancias que en otros, y que en realidad aquí está mal llamado, porque en los otros países donde se cobra este impuesto se lo llama directamente impuesto al salario. Es decir que de esta manera como que no pudieron esconder la verdadera esencia del mal llamado impuesto a las ganancias, ya que los trabajadores no tenemos ganancias, y por lo tanto no nos podrían cobrar un impuesto a algo que no tenemos, ahora quieren imponerlo directamente como un impuesto al salario de forma arbitraria, al igual que lo hicieron con el IVA, que pagamos todos los argentinos.