El día 13 de agosto pasado, el gobierno nacional realizó, en el museo del bicentenario, el acto político en el que se presentó el premiado Nobel de economía del año 2001, Joseph Stiglitz y que se televisó para todo el país por la “Televisión Pública”.
Abrió la conferencia el Sr. Stiglitz quien hizo un discurso con eje en las deudas externas de los países, criticando al sistema capitalista mundial al que llamó falso capitalismo. Dijo, entre otras cosas, que durante el gobierno de Bush él había sugerido a su presidente que las recetas sobre recortes y ajustes no eran buenas ya que empobrecían más a los pueblos, se achicaba el mercado, se reducía la producción y, en consecuencia, se generaban menos recursos para que los países deudores pagaran, pero Bush no le hizo caso. Primera muestra de grandeza del Sr. Stiglitz.
Agregó que los bancos norteamericanos, para justificar el otorgamiento de préstamos incobrables (burbuja financiera) habían falsificado sus números, y con ello pateaban para adelante sus acreencias a la vez que solicitaban salvatajes al Estado.
Después del discurso “antineoliberalista” del premio Nobel y ex vicepresidente y jefe economista del Banco Mundial, habló la presidenta.
Lo hizo, como es su costumbre, con gran elocuencia y orgullo de sí misma con su manera de expresar sus ideas de dirigente política tal como se autodefinió.
Comparándose con el Sr. Stiglitz, dijo que había planteado su crítica a las recetas de ajustes para pagos de deuda extranjera, y que su fallecido esposo y ella han sostenido lo mismo en la ejecución de las políticas en nuestro país, y en los foros internacionales.
Que las responsabilidades son tanto de los acreedores como de los deudores, pero defendió el pago de los Boden que acaba de efectuar (aquí la responsabilidad de juntar el dinero fue toda de los deudores, la única responsabilidad de los acreedores fue embolsar dos veces los miles de millones).
Pero enseguida criticó al capital especulativo que convierte al capitalismo en un casino, aunque más tarde afirmó que los bancos nunca ganaron tanta plata como en el curso de la gestión presidencial de Néstor Kirchner y de ella misma.
Aclaró que ella no es economista, que es dirigente política y que para resolver los problemas de las crisis se requieren decisiones políticas más que fórmulas económicas porque la economía es imprevisible. Bueno, antes habían dicho, tanto ella como el premio Nobel, que la economía política es una ciencia. Si una ciencia es imprevisible no es una ciencia…
Este es un capitalismo distorsionado, un capitalismo donde la gente no tenga para comprarse un auto, una casa, no es capitalismo, dijo seguidamente Cristina Kirchner.
Cabría preguntarle a la presidenta, qué otra cosa es capitalismo y cómo se llegó al capitalismo financiero sino a través de la gran industria, de la superproducción, de la monopolización de los medios de producción, de la generalización de la pobreza y el saqueo tanto de la fuerza de trabajo como de los territorios, los recursos y las guerras desatadas por la competencia de la ganancia. Por causa de ello, del capitalismo, miles de millones tienen hambre y viven en la pobreza o hacen de su vida un calvario para que un puñado de cientos de miles en el mundo vivan a lo grande cortando los cupones de sus títulos y extrayendo la plusvalía de miles de millones de seres humanos.
Pero seguidamente, haciendo gala de su “liderazgo político” dijo si no tomamos las decisiones los dirigentes políticos, las decisiones se toman en las oficinas de los bancos…
¡Qué profundidad de pensamiento! Cabría agregar que también se toman las decisiones en los despachos de los monopolios y que los gobiernos con sus “liderazgos políticos” no hacen más que ejecutarlas.
En otro párrafo criticó a Alemania que se ocupa e interviene en los problemas de los países europeos a la vez que descuida su propio país. Y lo comparó con el vecino que pretende resolver los problemas de la sociedad y descuida su propio barrio. Bueno, Sra. presidenta, Ud. sabe de eso y mucho. Por tres semanas no pudo poner un pie en su amada Santa Cruz porque tenía movilizados a los petroleros, personal de salud, al pueblo todo y hasta la policía del lugar, mientras hacía juntar la plata del pueblo para pagar los Boden y seguir sosteniendo las ganancias de su clase.
Más tarde dijo que para que se solucionen los problemas de las deudas y de tanto desarreglo financiero del que culpa a los bancos, (no a la oligarquía financiera dueña de los bancos…y de las empresas monopolistas y de los territorios del mundo, sector de clase al que ella pertenece), no se puede plantear la socialización de los medios de producción, pues la historia no vuelve para atrás.
Curiosa manera de entender los procesos históricos tiene su mentalidad burguesa acientífica. El auditorio burgués que estaba frente a ella aprobó sonriente su expresión. Claro, entre burgueses, tal como ocurre en una partida de póker, todos saben que todos mienten, gesticulan y dicen barbaridades para confundir y esconder sus cartas o, en este caso, la defensa de sus ganancias a costa del sufrimiento de millones. A todos les parece natural, esa falsa postura pues ésa es la conducta de esa clase.
La presidenta ve el horizonte socialista como una vuelta al pasado.
Ella pretende hacer creer que las experiencias socialistas derrotadas han enterrado la vigencia histórica del socialismo y han renovado y rejuvenecido al capitalismo.
Por su parte, la ciencia marxista, explica no sólo la necesidad histórica del socialismo, dada por las contradicciones antagónicas entre la propiedad privada, y actualmente monopolista, de los medios de producción, y la producción mundialmente socializada que genera todas estas crisis, miserias, mortalidad, perjuicios naturales y enfrentamientos que ponen en riesgo la existencia del mundo mismo. También explica que no existe un capitalismo distorsionado en la fase del predominio del capital financiero, sino que es la consecuencia ineludible del proceso capitalista y que, además, en el propio sistema capitalista no existe salida posible para los pueblos.
El capitalismo ha universalizado el proceso histórico, cosa que ningún sistema anterior lo había hecho. Las leyes que rigen el sistema capitalista, son mundiales e inconcientes. Por más que la presidenta lo haya afirmado, no hay posibilidades políticas para la burguesía de cambiar esas leyes. La única política de la burguesía es caminar por el surco de esas leyes, profundizando las contradicciones y volviéndolas más insoportables e insostenibles. Es decir que dentro del sistema capitalista las decisiones van a seguir tomándose en los despachos y oficinas de bancos y monopolios para que los gobiernos las ejecuten a favor de las ganancias y el saqueo a las poblaciones. No podrá nunca existir una voluntad burguesa capaz de torcer ese destino.
El problema político que tanto preocupa a la presidenta está dado en la naturaleza del sistema capitalista que hace prevalecer el eje económico por sobre el político. La ganancia por sobre cualquier otra consideración. No hay fuerza que pueda oponerse contra esa fuerza dentro del sistema. Por eso la política burguesa es limitada, además de mentirosa y engañadora. Precisamente la realidad, la naturaleza del sistema, se vuelve visible para las grandes masas y es por ello que nadie les cree a los políticos del sistema. He ahí el problema político de la burguesía. Lamentamos desilusionarla Sra. dirigente política.
Y porque la historia no vuelve hacia atrás, es que es utópico y patéticamente lamentable pretender que el capitalismo deje de ser financiero en la etapa del imperialismo que vivimos. Nosotros lo sabemos y la presidenta y el Sr. Stiglitz también.
Sólo que nosotros decimos la verdad y ellos, conjuntamente con su clase, pretenden engañar. Al pasar le recordamos que toda ciencia se basa en la verdad.
La única sociedad que transitará el camino de lo conciente, de la verdad colectivizada es la sociedad socialista en la que los hombres sean dueños de los medios de producción y de sus productos, planificando la producción de los mismos para la satisfacción de sus necesidades y del fondo de previsión necesario para afrontar los avatares cuyas leyes y acontecimientos aún no domine, en su búsqueda infinita del conocimiento infinito de la materia infinita.
Por eso es que el proletariado, el productor socializado y generador de toda la riqueza existente, preparado para planificar, ejecutar y decidir, es la única clase que puede liderar un proceso político hacia la libertad del hombre y conducir con su política conciente el destino de toda la humanidad.