“Quiero decirle a la titular del Fondo Monetario Internacional que esto no es un partido de fútbol, que esto es la crisis económica y política más grave de la que se tenga memoria desde la década de los años ’30”, respondió nuestra presidente. ¡Por fin! (aunque un poco tarde) admitió ante el foro de la ONU, la crisis económica y política del sistema capitalista.
No se animó a desarrollar la idea, pero con solo mirar a su alrededor el componente de países en crisis, su frase, bien precisa, no necesitó de aditamentos.
Se refugió en la idea de crisis global, planetaria para soslayar que nuestro país es un puntal de esa situación. No importa, por algo se empieza.
Admitir la crisis política es admitir que no pueden gobernar como quisieran gobernar.
La burguesía nos tiene acostumbrados a la idea de peleas por arriba, como por ejemplo la foto de una unidad de “oposición política” en el recordatorio a Rucci. En una misma foto De La Sota, Moyano, Rico, Duhaldistas, Rodríguez Sa y otros, queriendo aparecer como emblemas opositores.
Nosotros nos referimos a otra cosa y la presidente lo sabe.
La existencia de un pueblo movilizado y luchando por conquistas políticas y económicas, entorpece la gobernabilidad. Por arriba se dice y se hace una cosa y por abajo se cuestiona todo. La señora Presidente, mientras decía su discurso, asimilaba lo complejo que es gobernar cuando se debe tomar una decisión contra los intereses del pueblo, y aparece en el medio la lucha autoconvocada como acto reflejo que recorre el sentimiento de millones.
Nuestra Presidente comienza a entender que las conquistas de ésta última década acostumbraron a nuestro pueblo a ir por más, a entablar un combate cotidiano que no les permite servir al interés monopólico como hasta ahora.
Desde la década del 30 no se vivía una crisis política y económica de esta magnitud, y es muy cierto. Quizás lo que se olvidó de decir señora Presidente es que los pueblos del mundo y el nuestro en particular hemos entrado en una etapa histórica de ofensiva, que no les permitirá de ninguna manera dominar como hasta ahora, comenzando a transitar una época de cambios revolucionarios de magnitud insospechada.