La extraordinaria madurez política demostrada por nuestro pueblo que no se ha dejado confundir o engañar por el discurso maniqueísta del desgobierno y la caótica y esquizofrénica conducta política de la burguesía y sus funcionarios, la experiencia práctica y colectiva de millones que luchan y se movilizan cotidianamente bajo la autoconvocatoria y la democracia directa es el lugar en donde se ha adquirido la claridad política en cuanto dónde están sus verdaderos intereses y quiénes son sus auténticos enemigos.
La estrecha senda que la lucha de clases obliga a la burguesía a transitar, determina que sus respuestas a las ofensiva de las masas, aparezcan como llevadas a cabo por un gobierno de inútiles pues ya no puede gobernar como hasta no hace mucho. La ofensiva de las masas, en todos los terrenos, rechazando todas las políticas de la oligarquía financiera acorrala a sus gobiernos de turno y bloquea cada una de sus débiles y erráticas iniciativas.
El movimiento de masas, harto ya, expresa políticamente la necesidad de cambios radicales en el rumbo que pretende imponer el poder. Realimentando y dándole, de esta forma, contenido político y la razón del por qué a las luchas por las reivindicaciones de las clases populares.
Al irrefrenable avance de nuestro pueblo, los revolucionarios debemos materializar, hacer objetivo, este avance político de las masas, haciendo que el proyecto revolucionario sea el faro político de las organizaciones de masas ya existentes en el pueblo, al tiempo que se deben ir concretando de forma creadora, organizaciones políticas de las masas que vayan naciendo como producto de las luchas y que expresen la unidad de ese movimiento con la aspiración política de los cambios a los que el pueblo aspira para salir de esta situación.
Allí está de manifiesto la voluntad y la decisión de nuestro pueblo esperando la palabra y la acción de los revolucionarios de cómo seguir en la disputa para terminar con esta historia de explotación y opresión.
Institucionalizar el poder político de nuestro pueblo es el paso necesario para avanzar en la revolución que está en marcha.