La semana anterior, la presidenta Cristina Kirchner declaró que el Estado argentino desembolsó más de 80.000 millones de dólares, principalmente en concepto de pago de deuda y de divisas para la importación de insumos industriales. Ayer, el funcionario Kicillof afirmó que los dólares son para buscar petróleo.
Una y otra afirmación, el gobierno de los monopolios las presenta como si estuvieran realizando una obra de bien que disfruta todo el pueblo argentino. Sin embargo, lo que revelan estos dichos es que el Estado de los monopolios y su gobierno orientan los recursos a los fines de su exclusivo interés.
Cuando se “estatizó” YPF dijimos que el Estado asumiría los costos de inversión para que los monopolios luego hagan el gran negocio de la explotación petrolera; el pueblo argentino financiaría a las trasnacionales, en una palabra. Y el funcionario confirma ahora esta afirmación.
Estas medidas, presentadas como la panacea de lo “nacional y popular”, son en realidad la verdadera cara del proyecto del gobierno de los monopolios; son las políticas capitalistas, al servicio de la oligarquía financiera, pero presentadas como “progresistas”.
Mientras se vanaglorian con datos de crecimiento económico, de “desendeudamiento” para ser más “soberanos”, nuestro país sigue siendo esquilmado por los monopolios al frente de las decisiones del Estado y del gobierno a su servicio; los trabajadores y pueblo en general sufrimos cada día las consecuencias de estas políticas viendo cómo nuestro nivel de vida retrocede, cómo el salario es comido por la inflación, cómo aumenta la explotación en las fábricas y centros de trabajo, cómo se deteriora la salud y la educación del pueblo, cómo estamos a merced de la fortuna cuando salimos a la calle.
Esta situación cimienta la agudización de luchas que se expresan en nuestro país.
El común denominador de todas ellas es la reivindicación de una vida digna, la vida que los monopolios y sus gobiernos nos niegan. Este sentimiento, esta aspiración tan profunda, van creciendo constantemente siendo el combustible de la lucha obrera y popular.