En el barrio Malvinas, al sur de San Salvador de Jujuy, vecinos autoconvocados que venían oponiéndose a la ampliación de una estación transformadora de la distribuidora Ejesa concesionada desde 1996 fueron brutalmente reprimidos. Desde hace diez años esa estación fue objeto de denuncias por parte de organizaciones barriales.
Haciendo oído sordos al malestar de la población la empresa con el aval del Estado comenzó las obras. Los vecinos a la vera de la ruta y en las veredas fueron autoconvocándose y la soberbia para poner en marcha el operativo instalación enardeció a la comunidad. Como siempre el aparato represivo no se hizo esperar (personal de la policía de Infantería y el Geop) y comenzó una pueblada. Como resultado de la misma hubo 80 heridos y 70 detenidos. Recordemos que estas plantas transformadoras provocan cáncer en forma silenciosa ocasionando otras graves alteraciones de salud comprobadas científicamente por innumerables estudios realizados.
Hasta aquí la noticia que refleja un hecho. Nos preguntamos ¿por qué se silencia una lucha de estas características? La autoconvocatoria se enfrentó a la empresa, a la represión y a la “mediadora” Milagro Sala. ¿No será que en esta metodología el pueblo va encontrando un nuevo camino de poder independiente del Estado y creando sus instituciones y de allí el burdo ocultamiento de un fenómeno importantísimo a nivel nacional? Estamos hablando de 80 heridos en un barrio, cuando esto pasa y se oculta o sólo aparece en ciertos medios locales es porque estamos en una situación en donde el sol ya no se puede ocultar con una mano.
Mientras los “grandes” señores del poder hablan de la energía, sólo se están dirigiendo a sus negocios, a ninguno de ellos les interesa el pueblo, sólo quieren facturar y como muestra de ello y mientras 80 compatriotas resultaban heridos ahora el gobierno español no está más ofendido por la “nacionalización de YPF” y vuelve a comprar biodiesel. ¿Qué queremos decir con este ejemplo? Que las riquezas generadas por nuestro pueblo salen por la puerta grande, exportando capitales y materias primas, fugando las divisas y dejando bien enterradas las “ofensas”. Mientras tanto en un barrio se peregrina por una planta que no ocasione la muerte entre las familias.