A partir de que la fragata ARA Libertad fuera detenida en el puerto de Ghana por la acción de acreedores de deuda estatal argentina, el gobierno salió a hablar de los “Fondos Buitres”.
El Estado argentino denunció ante los organismos internacionales el embargo del barco insignia, pero la acción no prosperó y la fragata aún se encuentra en el puerto de Ghana a disposición de entes de justicia internacional que protegen a los tenedores de los mencionados bonos.
En épocas pasadas, fue el ministro Cavallo el que mencionó a los “Fondos Buitres” (el muerto se asusta del degollado) y este gobierno repite la expresión que, como un eco, replica en todos los medios de difusión masiva.
La idea de “Fondos Buitres” apunta a señalar como indeseables a esos sectores tenedores de bonos. De la mano de esa idea está la consigna de la batalla contra el capital financiero y la soberanía que insiste en introducir este gobierno.
Pero veamos qué hay detrás de todo esto.
El buitre se alimentan de carroña, o sobrevuela por sobre seres indefensos extenuados o heridos esperando la oportunidad para descender en picada y arrancarle trozos de su cuerpo. De tal manera el buitre aparece como un indeseable y detestable animal del cual es muy lícito defenderse pues siempre está presto a atacar a los indefensos.
Por afinidad, se denomina “fondos buitres” a los sectores financieros tenedores de bonos de deuda que compraron a muy bajo precio, porque en el mercado son considerados como basura, o de muy difícil cobro. Por esa razón, como se trata de bonos riesgosos, son papeles que prometen enormes intereses en comparación con los intereses habituales que se pagan en el mercado. Estos fondos financieros compran esos bonos, asumiendo los “riesgos” y, a su vencimiento, los cobran al 100% de su valor nominal más los intereses que el mismo bono prometía. Hasta aquí, estamos de acuerdo en la comparación de esos fondos financieros y el ave negra.
Pero los significados de las palabras en boca de la burguesía tienen trampa…¡siempre!
Al designar a estos fondos con el apelativo de “buitres”, el gobierno quiere decir que hay fondos financieros que no son “buitres”. Es decir que hay acreedores de la deuda estatal que son buenos. O sea, a quienes el Estado paga decenas de miles de millones anuales. O sea a quienes reestructuraron la deuda en “acuerdo” con el Estado, mediante la emisión de bonos “más seguros” con altísimos intereses.
A esos fondos no se los llama “buitres”. A esos fondos hay que pagarles. Para esos fondos van todo el esfuerzo colectivo de millones de trabajadores y pueblo en general. Generaciones hipotecadas por un valor super millonario en el que caben el valor de miles de fragatas ARA Libertad.
Porque, en realidad, los bonos que emite el Estado son el instrumento “legal” a través de los cuales, se exportan miles de millones de dólares hacia las arcas de la oligarquía financiera internacional. Es el Estado quien ha librado esos bonos para que cualquier fondo los compre en el mercado y luego pretenda cobrarlos. El hecho de que los bonos, en un determinado período tengan expectativa de cobrabilidad más fácil o más difícil, no es una característica del bono en sí, sino que depende de la situación económica y financiera del Estado la cual está determinada por la lucha de clases en el país que genera la inestabilidad o desconfianza en la cobrabilidad de los bonos.
Y en consecuencia, el fondo financiero que pretende cobrar el bono a su vencimiento, no es ni más ni menos especulador que otro similar que esté dispuesto a dar un nuevo plazo al Estado para pagar su deuda mediante una reestructuración que incluya mayores y más convenientes intereses a cambio de ese alargamiento de los plazos.
Con esa diferencia entre “fondos buitres” y fondos que no lo son, el gobierno pretende hacer creer que la deuda que no se debe pagar es la que no se reestructuró (que es la que tienen en sus manos los fondos a los que llaman “Buitres”). Pero la otra deuda, la que supera los 170 mil millones de dólares, sí hay que pagarla.
Todos los fondos financieros, los legales y los llamados “buitres”, que también son legales en el mundo de las finanzas, son igualmente insaciables. Porque toda la burguesía monopolista más que buitres son vampiros prestos a chupar la sangre, el sudor y las lágrimas del esfuerzo colectivo de todo un pueblo.
El mecanismo es sencillo: los monopolios se apropian de la producción y del capital con el que bien pueden satisfacer las necesidades de la población y, sin embargo, lo destinan a negocios que pueden aparecer en cualquier parte del mundo. Una parte de ese dinero se le presta al Estado quien, a cambio, emite esos bonos con los que se compromete a pagar el capital recibido más los convenientes intereses pactados. Los bonos en el mercado son comprados, vendidos, metidos en múltiples bicicletas financieras, e instrumentos de especulación y extorsión sin límites.
En conclusión: buitres son todos los fondos financieros y el propio Estado que crea los instrumentos para beneficio de esas aves negras o vampiros. No hay ninguna diferencia entre unos y otros.
Cuando un buitre mete miedo contra otros buitres, lo que en realidad está pasando es que se ha desatado una guerra entre buitres, pero todos quieren despedazar a sus víctimas.
Por eso lucha interimperialista no es lucha antimperialista.