«La atomización del sector gremial me sigue preocupando. Todo proyecto de desarrollo requiere, indefectiblemente, la unidad del campo nacional. Los trabajadores son parte indisoluble del proyecto», dijo De Mendiguren, presidente de la Unión Industrial Argentina (UIA).
Y agregó: «con el movimiento obrero atomizado se pierde una visión de largo plazo, más allá de los reclamos que puede haber o no. Se pierden los interlocutores, y yo creo profundamente en el diálogo tripartito» (gobierno, empresarios y sindicatos patronales).
A este dirigente burgués le preocupa la falta de unidad para llevar adelante la política de los monopolios que, a rajatabla, impulsa el gobierno de Cristina Kirchner.
Él tiene claro que para implementar las resoluciones es necesario el funcionamiento aceitado del Gobierno, los empresarios monopolistas y los sindicatos.
No obstante, nosotros le recordamos, que aunque ese tridente funcione como lo pretende el mencionado personaje, es muy difícil la aplicación de las políticas contra los trabajadores y el pueblo ya que las luchas y las batallas que a diario se dan en el terreno de las empresas y en las calles, están fogoneadas por la acción desde las bases autoconvocadas en donde las “representaciones” gremiales se muestran impotentes a la hora de servir de herramienta eficaz a los intereses de los monopolios.
El infortunio de la burguesía, tal como lo definíamos en la nota publicada ayer en esta misma página, se expresa de múltiples formas. Las declaraciones de De Mendiguren son un ejemplo de ello.
Los colaboradores sindicales de la política de los monopolios, Caló y Moyano, también expresaron la posibilidad de unificar la CGT. «Es cuestión de tiempo, hay que discutirlo, siempre es posible que ocurra«, dijo Moyano al respecto. No obstante tendrán que lidiar con el paquete de contradicciones que existe entre ellos, lo cual no hace muy simple la posibilidad de la concreción de tal acuerdo.
Es que la lucha de clases, en este contexto actual, no sólo fortalece a los trabajadores y pueblo en general, a la vez que debilita a la burguesía monopolista y todas sus instituciones (Estado, sindicatos y organizaciones patronales), sino que profundiza las contradicciones existentes entre los distintos grupos que se disputan las direcciones de las mismas. Tanto en el plano partidario (en el caso de los aparatos gubernamentales), como el plano sindical en donde se pelea por la dirección de los negocios millonarios que desde la CGT y las estructuras gremiales se manejan.
El paro del 20 de noviembre que se sintió incluso en los centros fabriles cuyas estructuras gremiales no habían adherido a la medida, hace reflexionar a la tríada (Estado, Burguesía monopolista y Sindicalismo), sobre la necesidad de unificarse para enfrentar las crecientes luchas y reclamos que arrecian.
Por lo pronto, en el horizonte cercano, deberán enfrentar el reclamo de $ 4.000,00 que varios sectores de trabajadores reclaman como pago de fin de año, la eliminación del impuesto al salario (denominado impuesto a las ganancias) y salario familiar para todos.