Mientras el gobierno de la burguesía campea como puede las tormentas que arrecian sobre su cabeza, por abajo pasa de todo, ampliando la grieta que existe entre ellos y nosotros, los trabajadores y el pueblo.
El engaño es insostenible se lo mire por donde se lo mire: desde que el gobierno de los monopolios libra una lucha sin cuartel contra “el monopolio”, hasta que hay capitales especulativos “buenos” (los “productivos”) y capitales especulativos “malos” (los “buitres”). Las elecciones están muy pero muy lejos, por lo que naufragan también todos los intentos que buscan entretenernos con sus peleas de cabaret.
Desde nuestras herramientas de difusión y propaganda, venimos expresando durante las últimas semanas la profundidad y la masividad del accionar del movimiento popular, que refleja múltiples conflictos celosamente acallados por toda la burguesía, quedando a la vista de todos que más allá de sus disputas, toda la burguesía cierra filas a la hora de defender sus intereses de clase.
Es pánico lo que le genera al poder monopolista la actual situación de la lucha de clases, el estado de confrontación se extiende y amplía por todo el país; el ánimo y la disposición a la acción, se instalan como el único termómetro para medir la verdadera situación actual.
La conciencia alcanzada en cada lucha, en cada protesta y en cada movilización, demuestra hasta dónde ha calado la experiencia de años de enfrentamiento a la dominación monopolista. Se lucha en las fábricas, en los barrios, en las escuelas, en los hospitales; se enfrenta la contaminación, el saqueo o la inseguridad, se disputa cada atropello, cada medida que afecta nuestra calidad de vida.
En este escenario, hay una marcada presencia de los trabajadores ocupando cada vez más el centro de la escena. Las luchas por diversos reclamos, que se dan desde abajo en los centros de trabajo, van tomando fuerza, conquistan, le tuercen el brazo a empresas, sindicatos y gobierno, y abren una perspectiva de acumulación superior.
En el capitalismo monopolista de Estado, es decir, el control absoluto de todo el aparato estatal por parte de los monopolios, la dominación se agudiza y el sometimiento abarca a toda la sociedad. Ese carácter antimonopolista es el que va adquiriendo la lucha popular, tiñendo de política cualquier manifestación; y tomando un sentido material cuando la lucha es protagonizada por los trabajadores, al enfrentar clase contra clase, pegando de lleno al cuestionar el orden y la dominación burguesa.
La bronca por la superexplotación, por las agotadoras jornadas, por los ritmos salvajes, por los sueldos miserables, forjan un estado de asamblea permanente en cada centro laboral y la confrontación crece. Ese grito de dignidad obrera, debe y puede ser aún más potente y contundente.
Tomemos la iniciativa para avanzar en la unidad y la organización de la clase obrera y de ésta con el pueblo, consolidando las organizaciones independientes ya construidas y construyéndolas en donde aún no están.
Marquemos un horizonte, un camino para las victorias y conquistas, para que el mañana al que aspiramos, comience a ser una realidad.