A LA VIOLENCIA DE LOS MONOPOLIOS, LA AUTODEFENSA DE MASAS

En más de una ocasión, cuando nos referimos a la violencia, afirmamos en nuestros escritos y consignas, que, violento es el sistema. Esto lo hemos fundamentado de diversas formas, yendo de lo general a lo particular, donde existen los más variados y diversos hechos de violencia que se manifiestan en el día a día, siendo el pueblo el único destinatario de dicha violencia. Producto, precisamente, de que el primer y fundamental acto violento es la explotación del hombre y la depredación de los recursos naturales. Y es violento por el fin que persiguen (la ganancia), y porque el pueblo trabajador no eligió ese camino sino que le fue impuesto de arriba hacia abajo en la dominación burguesa, por medio de la fuerza, a veces, o el engaño; pero siempre con el Estado, y sus leyes, concebido y conformado precisamente para ejercer la dominación de la burguesía sobre la clase obrera y el pueblo. Esto va acompañado de la corrupción absoluta en todos los estamentos políticos, jurídicos y militares que expresan cómo se va degradando y desgranando, cada vez más aún, hasta entrar en el actual estado putrefacto al que llegó la sociedad capitalista, dado que la burguesía históricamente (y en particular en esta etapa final del capitalismo, la dominación de los monopolios) en su afán de obtención cada vez mayor de la ganancia ha llegado a un grado que sus propias leyes y reglamentaciones constituyen una traba para su depredación.

Es por ello que a los pueblo los mata la decadencia de los sistemas, por ejemplo, de salud: por inasistencia, por falta de estructuras, medicamentos de carácter comercial, enfermedades mortales que ya son curables pero que no es negocio curarlas, etc.; la alimentación: concebida como unidad productiva para la ganancia, entonces nos alimentamos de basura y químicos que producen todo tipo de enfermedades hasta la muerte, fumigaciones con agroquímicos altamente cancerígenos, etc.; transportes públicos ineficientes e inseguros, y automóviles que andan a velocidades tremendas en rutas que no se corresponden para tal fin (solamente por accidentes de tránsito mueren más de 40.000 personas al año en nuestro país). O también, la inundación de las drogas como un medio más de degradación y crimen de los jóvenes, y lo que ello conlleva, acompañado todo esto de la marginalidad, de la miseria, el analfabetismo. Se nace en la muerte, y lo único que se conoce es la muerte. Y así podríamos describir un sinnúmero de causantes que nos dan un marco donde la síntesis final lleva a la inequívoca conclusión de que violento es el sistema.

Es decir, la ecuación engañosa de que “el fin justifica los medios” esconde en última instancia que “fin” y “medios” son parte de un todo.

Pero hay otra violencia de la burguesía

Planteado esto, y teniendo en cuenta que hoy los de abajo ya no quieren vivir como se vive, y por lo tanto los de arriba no pueden llevar adelante sus planes como quisieran por la tenaz lucha de nuestro pueblo, la burguesía comienza a echar mano a la violencia política.

Determinados hechos que se venían sucediendo esporádicamente, aunque no por ello menos inaceptables, hoy muestran a las claras el temor del gobierno y los monopolios a la generalización y masividad de las luchas. Por ello, se está expresando en el escenario político una clara y manifiesta sistematización de recurrir a la violencia frente a la lucha del pueblo, combinando la represión policial con las bandas de lúmpenes conocidas en nuestro país como barras bravas. Dependiendo la situación y la correlación de fuerzas, la policía libera la zona en conflicto o actúan conjuntamente, intentando hacerse aparecer como árbitros ayudando a los más “débiles”, es decir, a los barras, sumándose así a la represión de la protesta. Pasó en Jujuy con la banda de la lumpen Milagro Salas, también pasó con el caso de Mariano Ferreyra.

Pero ahora, tan sólo en un plazo de 20 días sucedieron tres hechos, hasta donde tenemos conocimiento, que sumados a los anteriores y por su sistematización, indican a todas luces que es la política que pretenden llevar delante de ahora en más.

El 21 de noviembre de este año se produjo el desalojo de los obreros del Frigorífico OFALL, encabezado por un supervisor (conocido represor pro patronal, consumidor empedernido de cocaína, y el filtro por donde los punteros de la droga del sindicato circulan libremente por el frigorífico) que actuaron con toda la luz verde de todas las autoridades municipales, el ministerio de trabajo y la policía.

El 27 de noviembre de este año, una manifestación pacífica del pueblo en Chubut en contra de la minería enfrente del poder legislativo que estaba sesionando por el marco regulatorio minero, fue atacada de manera despiadada con palos y cadenas por 300 barras del “sindicato” de UOCRA. La policía liberó la zona y los legisladores observaban por las ventanas la golpiza como si fuera un espectáculo del circo romano.

El 30 de noviembre, mientras los concejales de Islas Malvinas, Córdoba, debatían sobre la instalación de la fábrica de semillas de Monsanto, una manifestación autoconvocada y pacífica (donde incluso habían asistido las Madres de Ituzaingó) fueron brutalmente atacados por la infantería a la que se sumó gendarmería, y por si fuera poco, la patota de lúmpenes del intendente. Ese mismo día en Capital Federal la policía federal le tendía una emboscada a los manifestantes en contra del proyecto de la Isla Demarchi.

Ante estas situaciones la burguesía monopólica, sumergida en la más profunda de sus crisis políticas, ha elegido el camino de la violencia utilizando las fuerzas del Estado o fuerzas paraestatales como los barras bravas (cuyo origen, de lo cual los sindicalistas se vanaglorian, justamente se lo dio Timoteo Vandor, el mismísimo inventor de las barras bravas), lo cual afirma en qué grado de debilidad se encuentran pues al utilizar a los lúmpenes tratan vanamente de desvirtuar y hacer creer que son luchas entre fracciones de pobres enfrentados. Mienten una vez más porque no tienen la suficiente cuerda para actuar de frente. El verso de la democracia burguesa ya no les alcanza. La lucha de clases se elevó un peldaño y la respuesta que dan es ésta.

Nos encontramos en un momento histórico en que los pájaros no están en condiciones de sostener en el tiempo tirarle a las escopetas, y están empujando hacia una dirección en la que hay que darles respuesta, pues siempre afirmamos que la masividad es garantía de triunfo. Así lo demostró el pueblo de El Tabacal recientemente en Salta en un conflicto laboral, y no conformes con ello, tras el conflicto, las masas se lanzaron a la calle a incendiar las casas de los transas que venden drogas.

Es por ello que ante la represión hay que apelar a la autodefensa de masas organizada, pues si se va a tomar una medida de fuerza, como una movilización, corte de ruta, toma de fábrica o de tierra, debemos prepararnos para repelerles el ataque, subiendo la apuesta, pero de ninguna manera concibiendo la autodefensa como una lucha de aparatos. Por el contrario, que hasta las piedras salgan de entre las piedras, que las vanguardias tomen la iniciativa organizativa, pero que nada sea un secreto. Todo el pueblo tiene que saber, participar y hacérselo saber a la burguesía, que este es un pueblo que no está dispuesto a hacerse golpear por bandas de vagos alimentadas por el Estado y la burguesía de los recursos que les quita a los trabajadores. Y es en dicho ejercicio de la autodefensa que la clase obrera y el pueblo irá colocando su lucha autoconvocada en la medida exacta que la lucha de clases demanda. Esto nos permitirá desarrollar cada vez más la construcción del poder local y disputarle a la burguesía la dominación que ostenta.

Ellos, monopolios, gobierno y sindicatos, blandiendo las banderas de los derechos humanos, lo que pretenden es meterle miedo al pueblo argentino. Pero se equivocan, este pueblo tiene una larga historia y no se achica ni se dobla cuando pretenden arrinconarlo en la humillación indignante de ser golpeados por reclamar por lo que es justo. Todo tiene un límite. Los monopolios están cruzando esa raya. Nuestro pueblo no lo va a tolerar impávido.

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