Barak Obama dio un discurso cínico luego de la matanza de los niños en la escuela de Connecticus. Los dueños de los monopolios y bancos argumentan sobre ayudas para superar las crisis y destinan billones de dólares a sus propias arcas empobreciendo más a los pueblos. Los jefes y jefas de los Estados capitalistas, avalan esas medidas y prometen luchar contra la pobreza y por la defensa de los intereses nacionales y populares, al tiempo que toman decisiones contra los trabajadores y toda la población laboriosa y empobrecida.
Hay un hilo conductor invisible que une a todos estos personajes. La base material en donde se apoyan todas estas actitudes políticas cínicas es la misma. El argumento surge como diferente porque para cada acción hay un justificativo distinto, pero lo esencial es igual en todos los casos.
Detrás de cada una de estas acciones políticas están los intereses de mantener los privilegios de explotar el trabajo de masas trabajadores para obtener ganancias sin realizar el esfuerzo. Vivir con privilegios, someter a los que modificamos la naturaleza y creamos las siempre nuevas condiciones de vida. Permanentemente estos oligarcas se ponen del lado de las víctimas. Tratan de entremezclarse con los intereses de los pueblos. Aparecen como uno más que sufre las consecuencias de lo que ellos mismos crean y sostienen.
No se trata de “ideas diferentes”, se trata de la vida cómoda y explotadora de ellos contra la vida incómoda, inhumana, y sacrificada de las mayorías populares.
Se trata de los intereses de clase ocultos detrás de todos los discursos engañosos.
Se trata de las clases antagónicas que sólo pueden dirimir sus diferencias en la lucha entre ellas.
Se trata de ellos o nosotros. De burgueses y proletarios, de oligarquía financiera y pueblos.
Los victimarios son victimarios y no deben mezclarse con los pueblos. Son ellos los que generan y mantienen las condiciones de vida que nos afectan, nos enferman, nos matan, y nos castigan generación tras generación.
Echar luz sobre las motivaciones de los Obama, Kirchner, Rattazzi, o los cientos y miles de dueños de las riquezas creadas por las manos, mentes y corazones de los miles de millones, nos hace libres y ello nos ayuda a combatirlos.
El curso actual que ha tomado en nuestro país la lucha entre las clases es lo que nos liberará definitivamente de las ataduras materiales, políticas, culturales e ideológicas que nos llevan a romper con toda esta hipocresía.
A los Obama, los Rattazzi, los Kirchner, etc. los une un mismo interés de clase y son los victimarios, los que día a día generan las condiciones para que la putrefacción y la descomposición del sistema capitalista que sostienen se vuelva contra ellos mismos como vuelve el escupitajo hacia arriba contra su escupidor.
Un río de sangre separa a las víctimas de sus victimarios. Pero lo que en un tiempo fue noche se convierte, en horas, en día.
A pesar de ello, aunque por este camino que transitamos con la lucha y la búsqueda independiente de una salida a toda esta lacra, hacia la revolución mediante la derrota de su decrépito sistema, los victimarios nunca serán víctimas.