Con sólo la presión y el descontento manifiesto en los lugares de trabajo, la calle y los barrios, el gobierno dio marcha atrás y “otorgó” un nuevo piso al impuesto al salario, aumentando un 20% el mínimo no imponible y un 15% a los jubilados.
Es obvio que ante una inflación que superó el 25% y sigue su escalada ascendente, previéndose para el presente año un 30%, con eso no se resuelve absolutamente nada.
Pero lo importante de esto es que el gobierno de los monopolios acusa el golpe y se va al mazo cuando el pueblo le muestra la sota de copas.
Ahora, midiendo la actitud defensiva del oponente, en la próxima mano, hay que jugar más fuerte, porque lo que hacen no es más que una burla.
Ir decididos por el aumento del 40% en nuestros ingresos con un mínimo de $ 7.000, es un objetivo que se ve mucho más cercano que hace apenas unos días atrás.
Tan pronto como se tiró a la discusión el tema del aumento de salarios ya y sin cuotas, la eliminación del impuesto al trabajo, salario familiar universal y 82% móvil para los jubilados, rápidamente, los soldados de los monopolios, es decir los sindicatos, salieron a hacer argumentaciones que seguidamente detallamos, siguiendo el enunciado de cada punto:
- Aumento del 40% sin cuotas: “No podemos pedir el 40% ya que lo que ganemos se lo comerá el impuesto al salario”.
- Eliminación del impuesto al salario: “Esa es una ley que tiene que eliminar el Congreso y no está en la órbita del gremio poder hacerlo. En tal caso la CGT es la que tiene que plantearlo”.
- Salario familiar universal: “También es otra ley que se tiene que modificar o eliminar desde el Congreso”.
- 82% móvil para todos los jubilados: “Igual que los puntos anteriores”.
En conclusión, según ellos, no se puede hacer nada. Es una lucha que no se puede hacer contra la empresa porque es algo que comprende al ámbito de las leyes, y bla, bla, bla.
Sin embargo debieron retroceder, y aunque sea mínimo, la actitud de ellos nos demuestra la fuerza que tenemos y la visión que ellos tienen de la clase obrera y el pueblo. Y ello, cuenta mucho a la hora de jugar las relaciones de fuerza.
A pesar de los palos en la rueda que intentan meter, argumentando que las leyes, que los estamentos, que la órbita de los sindicatos o de la CGT son diferentes y que una cosa es la lucha por aumentos desde un gremio y otra muy distinta es la lucha por la eliminación de una ley como el caso del impuesto al salario, queda demostrado que cuando la fuerza es suficiente, los monopolios retroceden haciendo que el gobierno anuncie con leyes, con decretos o con lo que sea, que dará marcha atrás.
Y no es que subestimemos la existencia de leyes contra el pueblo.
Lo que nos mueve a movilizarnos son las consecuencias de esas leyes y no los enunciados. Porque la experiencia nos ha enseñado que es la lucha de clases la madre partera de toda ley vigente a favor del pueblo. O sea que, dentro de este sistema capitalista promonopolista que aplican los poderosos y su gobierno, lo único beneficioso para los trabajadores y el pueblo es lo que arrancamos con la presión y la lucha, aunque ellos después lo quieran dar vuelta y lo presenten como una concesión que las buenas almas burguesas han otorgado.
Debe quedar claro que luchamos por incrementar nuestro ingreso un 40% de lo que recibimos hoy. Y por un sueldo mínimo de $ 7.000 para cualquier trabajador.
Y esa lucha, tal como nos dice la experiencia riquísima que tenemos como clase, puede comenzar en cualquier fábrica de cualquier sector de la producción. No hay que «esperar» a la unidad. La unidad se construye precisamente en la acción, en la movilización.
Por eso, nuestra lucha la debemos hacer sentir a cada patronal de cada empresa. El problema de cómo otorgan el aumento, si es por empresa, por gremio, por sector o general, es un problema de ellos.
Ellos deberán resolver cómo lo dibujan. Que ellos se entiendan con sus leyes. Verán qué estupidez escriben en los recibos de sueldo llenos de ítems que nadie entiende. Pero lo que todos entendemos es que queremos un 40% más de lo que recibimos hasta ahora. Y esa es una lucha que le tenemos que hacer al dueño de la fábrica y así extenderla a todas las fábricas, empresas y lugares de trabajo y al país entero.
No necesitamos que haya una institución como la CGT que plantee nacionalmente algo que nunca va a plantear y que por el contrario va a boicotear o intentar frenar.
Desde cada fábrica debemos presionar, movilizar y luchar con el convencimiento de que en muchos puntos del país se hace lo mismo en forma simultánea, y que éste no es un problema gremial sino de todos los trabajadores y todos los que reciben un ingreso aunque no trabajen actualmente, como el caso de los jubilados.
Ellos han querido asustar con el Rodrigazo del año 1975, con el fantasma de la inflación. Pero los que recordamos esa gesta de los trabajadores podemos estar seguros que los asustados son ellos, porque se olvidan (o más bien quieren ocultar) que cuando, en aquellos días, se disparó la inflación, los trabajadores por millones salieron a las calles y obligaron al gobierno a aumentar masivamente los salarios y no hubo CGT, ley del Congreso o gobierno títere de los monopolios que pudiera frenar la conquista de los trabajadores.
Hoy tenemos una inflación enorme y como en aquel entonces, ellos fueron quienes la causaron, porque la inflación es aumento de precios y baja de salarios. Nunca es al revés.
Desde siempre hasta nuestros días ha sido así. Pero hoy, con más razón, porque ellos están débiles y el pueblo movilizado, es que podemos doblegarlos.
Lo importante es la conquista, la movilización, la organización, todo basado en la lucha contra la disparada de los precios y la disminución de nuestro poder adquisitivo.