La mentira es la forma que la oligarquía financiera usa como recurso, entre otros, con la intención de engañar a la gente, pero una vez más no engañan a nadie.
Mecanismos como el de la inflación, el cepo al dólar o dólar blue, impuesto a las ganancias, IVA, aumento en los ritmos de producción, etc. son todos parte de una misma cosa, achatarnos nuestro salario para solventar los grandes negocios a nivel planetario.
Después de sufrir en los últimos dos meses una galopante alza en los precios, anuncian con bombos y platillos el congelamiento de los mismos por dos meses, justo después de haber confirmado un aumento del 20% en el mínimo no imponible y en medio de todo el circo que vienen armando con la “discusión salarial”, con la única intención de cerrar por arriba con las cúpulas sindicales aumentos que no vayan más allá.
Otra es la del dólar blue o paralelo, que con un discurso nacionalista toman al que pudo ahorrar algo y que por malas experiencias pasadas decidió tener ese pequeño ahorro en dólares, como un especulador, como el malo de la película. Cuando los únicos especuladores son los burgueses que con todo este tema, como ya lo hemos dicho en notas pasadas (véase 4/01/2013), lo único que logran es achicar nuestro poder adquisitivo, nuestro salario. El salario promedio en dólares de un argentino (datos de una consultora que es funcional al capitalismo) en el período 1994-2001 fue de u$u1.290 a precios de 2012, con la crisis de 2002 se redujo a u$u402; a partir de 2003 se recuperó hasta llegar en 2011 a u$u1.345 dólares, un nivel similar al de la década de los ’90. En el año 2012 el salario promedio cayó a 1.088 dólares, acá el fondo de la cuestión, el robo a nuestro bolsillo con un mecanismo que no es otra cosa que una gran mentira.
¿Pero por qué mienten tanto cuando también saben que nadie se cree sus mentiras? Y la respuesta está en el nivel de enfrentamientos que venimos mencionando día a día y otros que se dan en todos los rincones del país, en el miedo que expresan en los pasos para atrás que dan cada vez que el pueblo se les planta, desde un sector o sección en una fábrica hasta un pueblo entero como Irigoyen con la experiencia de “El Tabacal”. Sus planes de súper ganancias y explotación nada tienen en común con los anhelos de nuestro pueblo, que ya no solamente sale al cruce por mejores condiciones en el actual sistema, sino que empiezan a aparecer en forma muy profunda aspiraciones de una vida digna, de un mundo donde el hombre sea tratado como tal y no como una mercancía más.