Una buena parte del pueblo Venezolano llorará al presidente Chávez.
Es muy difícil en estas horas poder predecir el rumbo que tomarán los acontecimientos; saber a “ciencia cierta” el estado de ánimo de la población en un pasaje complejo de la crisis política nacional e internacional.
A lo largo de la historia, el pueblo venezolano dejó una impronta desde el primer Caracazo (27 de febrero de 1989) y fueron los sucesivos hechos históricos incluido el segundo Caracazo, los que condicionaron el devenir de la lucha de clases en ese país.
Explosiones sociales que apuntaron contra un sistema que hacía agua en lo político-económico y usaron la movilización en todos los planos para rechazar las imposiciones institucionales del Estado Capitalista.
Ese protagonismo del pueblo fue trascendente para debilitar una dominación de clase que aparecía ante los ojos, fundamentalmente latinoamericanos, como invulnerables. Pero se dieron movilizaciones, enfrentamientos con saldos de muertos, que anunciaban la decisión de avanzar en la historia como protagonistas de una nueva Venezuela.
Esa moneda aún está en el aire y es un proceso abierto en el cual la clase obrera y el pueblo de la hermana Venezuela deberán profundizar su accionar, para lograr imponer los ritmos de la lucha de clases y para seguir protagonizando su propia Historia como lo hizo en los mencionados Caracazos.