Mientras, el viernes pasado, la presidenta Cristina Kirchner discurseaba en alusión al aniversario del último golpe militar del año 1976 mintiendo sobre el objetivo de las vanguardias revolucionarias a quienes atribuía su lucha por “esta democracia”, en El Trapial, localidad de la provincia de Neuquén, uno de los monopolios petroleros más grandes del mundo, “Chevron”, ultimaba los detalles para poner en funcionamiento, en las próximas semanas, la planta de producción de gas y petróleo shale en el yacimiento más grande de esa provincia y segundo del país, detrás de Cerro León en Chubut, de los que se tiene conocimiento hasta ahora, según los propios medios burgueses.
La noticia que publican los diarios de la zona dan cuenta que la producción diaria estimada será de 3.530 m3 de petróleo.
Con un gran despliegue propagandístico a favor de la empresa y la instrumentación política del Estado nacional y provincial para adjudicar y llevar adelante el proyecto, informan que creará poco más de 300 puestos de trabajo “directo” y unos 700 puestos de trabajo “indirectos” (contratados). Aportará al fisco la suma de US$ 293 millones de dólares en concepto de impuestos, tasas y regalías, aunque no aclara en qué plazo, lo cual hace sospechar que se trata de lo que aportará durante todo el tiempo que dure la concesión, es decir hasta el año 2032.
Veamos ahora de qué negocio hablamos:
Producción: Una producción diaria de 3.530 m3 de petróleo, sólo por ahora y en vistas a crecer. Lo cual significa 22.200 barriles (159 litros cada barril), a un valor por barril de US$ 95, al día de hoy, lo cual significa US$ 2.109.000 dólares por día, o sea US$ 769.785.000 dólares al año. Y a esto hay que sumarle el gas que se obtiene también.
Super explotación: Quiere decir que cada trabajador, si tomamos la cantidad informada por la empresa de 1.100 (poco más de 300 de planta y poco más de 700 contratados) producirán casi US$ 770 millones al año. Calculando un sueldo de $ 30.000 al mes por cada trabajador (a $ 8 por dólar) tendríamos un monto total de US$ 49,50 millones al año en concepto de salarios. En síntesis: pagando US$ 50 millones en salarios, obtiene US$ 720 millones.
Despilfarro de agua: Sólo para la perforación de la roca que contiene el gas y el petróleo se requieren de 15 millones de litros de agua y, además, según la información de los medios a los que nos referimos, se necesitan unos 50.000 litros más para la producción diaria de 3.530 m3 de petróleo.
Despilfarro de energía eléctrica: Se consumen en El Trapial 32 megavatios de potencia, con usinas térmicas propias y una red eléctrica de 250 kilómetros de línea, con muchos tramos de tres cables. Un enjambre, así le dicen. El consumo es casi dos veces el de Rincón de los Sauces, o dos Plottier, o más que Centenario.
Contaminación y envenenamiento: Se utilizan más de 600 productos químicos (entre ellos: arsénico, bromuro, mercurio, vanadio, cromo y otros venenos) para la fractura de la roca en donde se encuentra aprisionado el petróleo y gas que se buscan con este método.
Posibles movimientos sísmicos: Producto de las pulverizaciones y fracturas de estas rocas, se producen movimientos geológicos de reacomodamiento.
Estas son sólo unas muestras comparativas de las “ventajas” que este gobierno al servicio de los monopolios nos ofrece.
Gran cinismo el de la presidenta al plantear que la lucha de los años ’70, fue realizada por nuestro pueblo para lograr “esta democracia”. Este Estado, a través de sus instituciones, ejerce una dictadura de los grandes monopolios para todo el resto de la población. El capital financiero ha concentrado la suma del poder público (gobierno, parlamento, justicia y todas las instituciones del Estado) para llevar adelante sus negocios a contrapelo y en franca oposición a los intereses inmediatos y a futuro del pueblo, sin reparar en las consecuencias que ello tenga para el presente y para las generaciones venideras. Esta es la cara más horrorosa del denominado “proyecto nacional y popular”.
Pero el horror que denunciamos, se enfrenta con las aspiraciones de nuestro pueblo a alcanzar una vida digna, imponer la democracia que se ejerce diariamente en cada lucha, la única democracia posible, y disfrutar no sólo de lo que se construye todos los días en la producción diaria, sino también con el debido cuidado de la naturaleza y los riquísimos recursos que nos ofrece nuestro territorio.
Este pueblo está de pie y avanzando en el camino de conquistar esa meta, lo cual significa el enfrentamiento decidido y firme, tal como lo viene haciendo, a cada una de estas atrocidades.
El abismo entre los intereses de nuestro pueblo y el poder de la oligarquía financiera sólo se supera con la destrucción del Estado a su servicio y la construcción de otro al servicio de los intereses de la clase obrera y las grandes mayorías populares. La profundización de la lucha y la movilización van en ese camino.