En el marco de una lucha de clases cada vez más aguda que jaquea a toda la superestructura del sistema y hace notoria la inoperancia histórica de este gobierno y de los anteriores surgen nuevas formas de organización y de acción que coexisten con las perimidas y viejas formas del estado burgués.
En la búsqueda de soluciones a los acuciantes y graves problemas que el estado capitalista ha provocado en la clase obrera y el pueblo, al calor de sus múltiples luchas nuevas, signadas por la materialización de una vida digna como un eje motorizador de todas las iniciativas que se vienen dando a lo largo y ancho de nuestro país, la desconfianza primero y el cuestionamiento a las instituciones del estado tan propio de la última década se está convirtiendo en el cuestionamiento del estado propiamente dicho a sus formas parlamentaristas y a su democracia burguesa llamada representativa, que en esencia no es más que la dictadura de la oligarquía financiera para sostener el sistema de explotación y miseria que es el capitalismo. Este cuestionamiento que aun no desemboca en su destitución como estado de clase, concretamente como estado de la burguesía, comienza a ser debatido en las múltiples expresiones de unidad que por abajo se dan al calor de la lucha.
Las formas de organización y las acciones que las masas están construyendo y experimentado se están conformando como expresiones con vida propia en las cuales las decisiones políticas confluyen hacia ese rumbo de hecho. Por abajo la dinámica es muy álgida y tiene tiempos y ritmos diferentes que por arriba. Las iniciativas y resoluciones, los debates y movilizaciones, las diversas acciones masivas, la organización para su concreción, las respuestas violentas o no marcan la agenda, que en los hechos arrinconan al gobierno que se ve jaqueado por la lucha de clases, obligándolo a dar respuesta como la de la modificación del consejo de la magistratura para concentrar en el plano jurídico las decisiones políticas del poder, es decir más dictadura, pero al mismo tiempo clara expresión de su crisis. Los de abajo no quieren y los de arriba no pueden y en esta etapa la burguesía comienza a estar por detrás de las iniciativas de las masas.
Frente al marasmo de su dominación las iniciativas del poder no son como antes, ofensivas, sino defensivas, el hecho mismo de ocultar todo tipo de información sobre las luchas populares que ocurren en el país, o la secuencia respecto de las inundaciones, que por ejemplo en la plata fueron expuestas por los medios desde un interés político del poder es decir desde sus disputas y que en la matanza tuvo tanto alcance como en la plata y no solo se oculto sino que la presencia de la intendencia y del gobierno fue nula, y que al igual que en la plata toda la organización para socorrer y ayudar resolver la crítica situación estuvo y esta por entero desde el comienzo a cargo del propio pueblo. Aun en el hecho de pretender esconder la lucha salarial que es cada vez mayor y tiene en los petroleros una fuente de inspiración practica superior, frente a la pretensión de reducir los salarios y la masa salarial que la clase obrera percibe la burguesía esta a la defensiva, pues el marco donde se desenvuelve su iniciativa explotadora no descansa precisamente en ningún tipo de consenso social.
Por un lado la burguesía detenta el poder en la superestructura, por otro la clase obrera y el pueblo avanzan con iniciativa propia al margen de su tutela y confrontando toda la institucionalidad desde abajo, construyendo sus herramientas de acción, unificando sus luchas, y en ese andar confrontando al propio estado burgués y construyendo formas de poder que comienzan a cuestionar desde la política su dominación. Los de arriba no pueden porque los de abajo no quieren tal es el cambio que se transita y que hace más necesario que nunca el desarrollo y fortalecimiento de una alternativa revolucionaria.