La lucha de clases, es decir, la voluntad del proletariado y de todo un pueblo trabajador de enfrentar, en los hechos, la política de saqueo de los monopolios y su gobierno, va marcando no sólo los pasos que debemos dar hacia la liberación de esas cadenas de explotación y miseria, sino también los manotazos que ensaya la oligarquía financiera con el fin de mantener este sistema que hace aguas por todos lados.
En esta situación de crisis estructural, toda acción que ejecute el movimiento de masas, muestra claramente los dos aspectos que van indisolublemente ligados y que, en otras circunstancias no asoman a la luz.
Los petroleros del sur del país, con sus luchas que llevan años, han barrido viejas estructuras impuestas por el sistema y han instalado una metodología que se afianza como la nueva institución que despunta como expresión de la nueva sociedad que nace sobre las ruinas de la sociedad capitalista en descomposición. Un nuevo poder surgido de las entrañas de la lucha, la movilización y la democracia directa ejercida en las asambleas.
Seguramente, como lo hace siempre, la burguesía monopolista, a través de sus medios masivos de desinformación, repetirá una y otra vez que, a través de la justicia, se les ha devuelto el sindicato a los dirigentes de un sector que se enfrentaban a otro sector. Es muy probable que hasta asocien a uno y otro “sector”, inventados por ellos, con políticos del mismo partido y que presenten la cosa como una interna en donde se disputan cargos y comisiones remunerativas que los monopolios petroleros dan gustosos (o no) a quienes les sirven.
Pero toda la burguesía, de todos los partidos políticos del sistema que aparece como de un amplio espectro ideológico que incluye a la derecha, al centro y a la izquierda, pero que en realidad representa a la minoría oligárquica de la sociedad, va a ocultar, deformar, e intentar confundir lo que verdaderamente está pasando.
Los petroleros del sur (nos referimos a Santa Cruz y a Chubut), han doblegado a toda la fuerza del Estado al servicio de los monopolios del gas y petróleo. Han vencido la más grande represión militarizada que incluyó a fuerzas policiales y gendarmería encapuchadas que, armadas hasta los dientes, salieron casa por casa, en las ciudades y en parajes despoblados a buscar a los obreros movilizados para encarcelar a sus dirigentes y asestar un golpe aleccionador.
Han vencido a la “justicia” provincial y nacional. Han vencido a las patotas sindicales creadas, fomentadas y financiadas por las transnacionales. Han derrotado en suma, al tridente formado por los monopolios, el gobierno y las bandas sindicales…a toda la fuerza del Estado.
Los obreros y el pueblo del sur vencieron los despidos y la persecución laboral, la falta de pagos de salarios y el hambre y la pobreza que ello conlleva.
Los obreros petroleros han hecho mucho más que “recuperar un sindicato”. Han impuesto su voluntad colectiva y autoconvocada, por fuera de las instituciones del sistema y han clavado las estacas de una nueva calidad en el enfrentamiento al poder burgués, un nivel superior en la lucha de clases.
Los dichos en la más reciente asamblea realizada por esta vanguardia de clases, el espejo en donde se mirará toda la clase obrera para avanzar en su lucha por la liberación, sintetiza lo que queremos decir: “Esto que hemos ganado lo vamos a continuar con unidad y con la participación y el control de todos porque no confiamos en nadie, pero tenemos que confiar en nuestras propias fuerzas”.
El camino de la independencia de clase de toda tutela burguesa tiene ahora una avenida mucho más ancha para que los trabajadores y el pueblo puedan transitar y ha sido construida por lo más destacado del proletariado.