La clase obrera Argentina viene avanzando a paso sostenido en sus conquistas políticas y económicas. Es muy raro que un conflicto abierto no termine ganancioso. También es muy cierto que muchas de estas luchas van afianzando las fuerzas y la confianza en la metodología autoconvocada. Se van encontrando los caminos de hacerse fuerte en la movilización.
Muchas veces se asocia la metodología autoconvocada con la desorganización, esa confusión la introduce el arco político parlamentarista ya que cuando la fuerza de masas se autoconvoca el objetivo de la lucha es la conquista y de ninguna manera sacar una ventaja por el “amado voto”. Las últimas movilizaciones van dejando nuevas enseñanzas que nos advierten el “¿por dónde seguir”?, demostrando que la organización para la lucha se encuentra en un punto álgido.
Por un lado los revolucionarios estamos convencidos que la experiencia que está haciendo nuestro pueblo trasciende el debate de si se usan o no determinadas herramientas. Por ejemplo, en los últimos tiempos aparecen cantidad de delegados, comisiones internas, nuevas listas de luchadores que se involucran en ellas para luchar por los intereses de las mayorías, hay múltiples ejemplos de ello. En esa metodología lo fundamental es mirar para abajo. ¿Qué queremos decir? Que para que esas fuerzas que se enfrentan a la burguesía, sigan siendo fuerzas que se sostengan en el tiempo y puedan seguir acumulando desde la lucha, se hace imprescindible seguir abundando en un estado asambleario, delegados, comisiones internas, listas combativas, clasistas, pegadas a la asamblea permanente.
El sistema, por el contrario, intenta y seguirá intentando que esos representantes se enreden por arriba, se vayan burocratizando y se empantanen en el papeleo burocrático de las leyes burguesas, subestimando la fuerza de la movilización permanente para la conquista.
Otro de los aspectos que tendremos que considerar es que la clase obrera y los asalariados en general en los últimos tiempos han tenido conquistas políticas, pero lo curioso del caso es que se ha intentado ocultarlas como tales. La movilización del pueblo ha subordinado al Estado y sus instituciones, pero el poder se ha encargado de minimizar muy bien este hecho político. Ha habido paros, tomas de establecimientos y luchas de todo tipo con contenido político, que constituyen los embriones y las bases fundamentales de una gran fuerza que de hecho se está gestando como alternativa al sistema político que sostiene la burguesía.
También está a la orden del día seguir rompiendo el aislamiento en que se encuentra la lucha.
Hay que levantar la mirada en cada conflicto y dar por hecho que nuestros pares, a lo largo y a lo ancho del país, están dando las mismas batallas y con las mismas metodologías. Se “usan” todos los instrumentos posibles, pero la fuerza está en la movilización y en la masividad. Ya no es suficiente quedarse en “su” madriguera y hacerse fuerte desde allí, esa es una parte que fue necesaria hacer durante años, pero ahora esa lucha que recorre las entrañas de nuestro pueblo tiene que ir encontrándose, uniéndose, utilizando la autoconvocatoria, desde la lucha, desde bien abajo e ir conformando fuerzas que derivarán necesariamente en una fuerza política de masas de carácter revolucionario por su contenido y metodología.
Entendemos por romper el aislamiento el encontrar un punto de contacto de la experiencia de lucha de textiles, petroleros, metalúrgicos, ingenios, automotrices, alimenticias, comunidad educativa, pueblos originarios, barrios, etc. que desde la metodología asamblearia, de democracia directa, se vaya vertebrando una fuerza política nacional capaz de constituirse en una fuerza de poder popular que confronte con el poder de la burguesía en el terreno eminentemente político y en el terreno fundamental en el que nos sentimos fuertes que es el de la lucha y la movilización.
Esta tarea es de todos los que estamos en la lucha, nadie vendrá a hacerla. Las fuerzas políticas del sistema, de todo signo están intentando “usar” la lucha para conquistar un “voto” y volver al ruedo de los negocios.
Se trata de una fuerza política con el poder que le confiere la movilización y la democracia directa, desde la experiencia que ya nuestro pueblo está haciendo. De esa manera estamos sentando las primeras bases de un poder revolucionario que se proponga la toma del poder en un camino de unidad indestructible.