Los sucesos producidos en los últimos meses en la disputa de las clases y sectores populares contra lo más concentrado de la clase dominante, la oligarquía financiera, por la reivindicaciones económicas, políticas y sociales, que no hasta hace mucho, se mantenían aisladas por su carácter sectorial y en muchos casos corporativos, ha comenzado a dar paso a un nuevo fenómeno que empieza a ocupar el escenario de la lucha de clases: la lucha política.
En distantes puntos de nuestro extenso territorio, las clases populares han encontrado en la lucha, en las calles, en la acción, la unidad para confrontar contra el Estado, sus gobiernos y sus políticas antihumanas.
En el Chaco los trabajadores y los más disímiles sectores sociales que cuentan en su haber miles de movilizaciones, cientos de horas de paro y centenares de cortes y bloqueos de rutas han hallado en la movilización conjunta de trabajadores y empleados estatales, desocupados, aborígenes y criollos pobres, la forma de luchar por sus reivindicaciones sectoriales e incluso la forma de enfrentar la represión estatal.
En Tierra del Fuego, en las ciudades de Río Grande y Ushuaia, miles de obreros, trabajadores docentes y de servicios han tomados las calles, e incluso la Casa de Gobierno, exigiendo repuestas a sus demandas y la renuncia de la gobernadora Fabiana Ríos y de todos los diputados.
En Río Negro, en la región de Medianera de las áreas Tres Nidos, Entre Lomas, Catriel, Medanito, comunidades de originarios se autoconvocaron junto a crianceros de ganado y trabajadores petroleros desocupados y, desde hace un mes, bloquean los campos productores de gas de la empresa Medanito SA y enseñan las uñas prometiendo cerrar las válvulas de bombeo en el caso de no ser escuchadas sus demandas de terminar con la contaminación de la tierra y el agua que hace insostenible la vida humana y del ganado, y la reincorporación de los trabajadores de la zona.
Estos son apenas algunos ejemplos de todo este nuevo fenómeno que se está produciendo en las entrañas populares.
Esta unidad sensata, nacida de las prácticas históricas de la autoconvocatoria y la democracia directa de nuestro pueblo, comienza a derrumbar los muros del aislamiento sectorial implantado por el capitalismo de la división de la lucha reivindicativa y la política. Nutren, alimentan y marcan el camino al cambio, hacia la revolución social.
Esta necesidad demanda de todos los actores que cotidianamente luchan en todo el territorio del país, el comenzar a dar contenido político nacional a las actuales y futuras grandes movilizaciones que se avecinan.
La incontenible lucha de nuestro pueblo exige de todos abandonar falsos tabúes y prejuicios que han dividido a nuestro pueblo y que hoy son superados en la práctica de la lucha.
Esta es la ineludible responsabilidad que el momento impone para la construcción de la herramienta política nacional que exprese las aspiraciones del cambio en el orden impuesto por los dueños del poder, la oligarquía financiera y sus gobiernos.