Al igual que en el resto del mundo, la población brasileña se suma al torrente de luchas y enfrentamientos contra las políticas provenientes de la oligarquía financiera mundial. A partir de las masivas movilizaciones y los duros enfrentamientos con la policía, que se están llevando a cabo en estos días en Brasil, fundamentalmente en la capital de ese país, por la suba del precio de la tarifa de transporte, deja al desnudo, la creciente pobreza y desigualdad en un país, donde la prensa burguesa pretendía mostrar como ejemplar por sus niveles de crecimiento económico.
Pero al igual que en Chile y en nuestro país, la lucha de clases destapa todas las ollas y barre con todas las mentiras y engaños capitalistas, donde la única realidad es que quienes se enriquecieron durante estos últimos años fueron solamente las empresas monopólicas y los bancos a costilla de la explotación de la clase obrera y el pueblo.
En este caso miles de brasileños salieron a enfrentar con la movilización el aumento de la tarifa del transporte público, por parte del Estado y el gobierno de Dilma Rousseff, en medio de una fuerte represión policial que hasta el momento está dejando decenas de heridos y detenidos. Pero así y todo, la autoconvocatoria de la población, no se frena y, por el contrario, prometen no terminar con las movilizaciones hasta que no se dé marcha atrás al aumento de la tarifa de transporte que va desde 3 reales a 3,20. Y por su parte la organización generada a través de la movilización, llamada Passe Livre (pase libre), propone un sistema de transporte público pago a través de impuestos y no de pasajes, cuyo valor debe ser estratificado (quien gana más, paga más y quien no gana nada, no paga nada).
Desde los medios de comunicaciones brasileños intentan desestimar las medidas tomadas por la población diciendo que las movilizaciones son maniobradas por oportunistas políticos, que quieren sacar ventaja visto de caras a las próximas elecciones. Ya que sólo sería de 0,20 centavos el aumento. Pero lo que no dicen es que en realidad esta medida fue la gota que rebalsó el vaso, ya que no sólo en estos últimos tiempos los aumentos de los precios y de las tarifas públicas en Brasil no paran de ascender, si no que particularmente el servicio del transporte no sólo es altísimo en relación a los salarios de los trabajadores, si no que, al igual que en nuestro país, es de muy mala calidad.
Un periodista brasileño explicaba: que una persona que gana el salario mínimo en Brasil y toma apenas dos buses al día, gasta en transporte público el 25 por ciento de su salario y que durante estos últimos años el transporte público ha sido causante de muchas muertes producto de accidentes por el mal estado en que se encuentra el servicio y también crímenes cometidos dentro de los buses, como abusos sexuales, robos.
La ultima protesta, en el día de ayer, se dio en las inmediaciones al estadio mundialista Mané Garrincha de Brasilia, escenario del partido inaugural de la Copa de las Confederaciones entre Brasil y Japón, donde la movilización estaba encabezada por una bandera que decía: «¿El Mundial para quién?». Los manifestantes denunciaban que mientras el gobierno gasta 15.000 millones de dólares para los mega eventos futbolísticos, 50.000 brasileños viven en las calles.
Contrariamente a la advertencia que habitualmente aparece en las telenovelas, en este caso se debería decirse que cualquier parecido con nuestra realidad, NO es pura coincidencia. Si no que es el resultado del hartazgo que vive una población hermana de nuestro continente, frente al capitalismo y a las políticas de explotación y miseria de la oligarquía financiera mundial.