El gobierno, en el norte de la provincia de Santa Fe, parece pintado. Corrección, está pintado; siempre que se trata de solucionar los problemas del pueblo, está pintado. Es simbólico cuando le conviene, y terriblemente despreciativo, horrorosamente burgués en el peor de los sentidos, escandalosamente inhumano cada vez que actúa acorde a su naturaleza.
Hace aproximadamente cuatro o cinco días, en el barrio Circunvalación, ligado al Complejo Industrial de la ciudad de Avellaneda, se comenzó a notar que desperdicios hidrófilos regaban los patios y techos de las casas, dificultando o alterando la vida en el barrio. Tales desperdicios, pertenecían a la planta de algodón hidrófilo Estrella, propiedad del grupo Vicentín, una de las tantas empresas que se encuentran ubicadas en el Complejo Industrial del mismo nombre.
Las posibilidades para que los vecinos puedan desarrollar una vida medianamente normal, una vez más, se veían truncadas en las mismas manos de quienes ejercen el poder, desde hace décadas en el norte santafesino.
Ante el problema: los vecinos comenzaron a organizarse, denunciando los hechos en todos los medios de comunicación que tuvieron a su alcance, planificando diferentes pasos en los reclamos. Ante una posible protesta, la empresa salió a defenderse, a victimizarse, a mostrarse como un cordero, implorando paciencia y diálogo, los mismos que ellos “siempre han impulsado” con gobiernos como el de Videla, o como el de Duhalde, o como el propio Kirchnerismo, en fin, como en cualquier gobierno del capitalismo.
El viernes 14 de junio, Héctor Vicentín, miembro del Directorio del Grupo, con una especie de “solución” en las manos, se comunicó con el medio más amarillista y sensacionalista de la región, perteneciente al Grupo Uno (siempre dispuesto a ejercer su papel a la hora de tapar los problemas de los monopolios) y manifestó:
«Tuvimos un desperfecto mecánico, se nos tapó un aparato que es para contrarrestar el polvillo. Eso hizo que salieran disparados al aire pedacitos de algodón que parecía que realmente estaba nevado el piso, pero es algodón, no es tierra. Cualquier polución, a nosotros también nos afecta porque aquí producimos algodón hidrófilo. Ese problema está solucionado, fue un desperfecto mecánico».
Detrás del “jefe”, por supuesto salió el gobierno de Avellaneda a repetir lo que el Directorio del Grupo Vicentín había comunicado, dejando en claro a quién obedecen.
No sólo queda en evidencia quién es el que gobierna, sino que se clarifica de manera exageradamente vulgar, que esta maniobra no es más que un acto reflejo a lo que realmente le temen: la organización popular.
El complejo Vicentín alberga un número importante de industrias, en varias ramas de la producción. Empresas como la “Aceitera Vicentín”, “Servi Pack”, fraccionadora de aceites; “Domitec”, que fabrica productos de limpieza y los fracciona; Hidrófila Estrella; Biodisel Vicentín; Etanol Vicentín; fraccionado de Vinagre y Alcohol Marolio; Auto Tec, fabrica todo tipo de máquinas fraccionadoras; obviamente a éstas hay que zambullirlas en la super estafa de las tercerizadas, agregándoles un puñado importante de contratistas, más empresas de negocios temporales.
Entonces, cuando Héctor “el domador de caballos” sale con dicha verborragia convidando diálogo y paciencia al pueblo, lo que defiende no es una verdadera democracia, sino su Troya, y el montón de negocios que generan los obreros que allí trabajan en eternas horas.
Así todo el tiempo. Si no veamos los últimos meses, donde en Servi Pack, Domitec y Biodisel Vicentín vienen realizando una “reestructuración” del personal, léase: están despidiendo a troche y moche a compañeros que llevan 6, 10, 15 años trabajando en dichas empresas. La primer excusa que encontramos de parte del Directorio, es que los legajos no son buenos, muchas faltas, muchos partes de enfermo; es una escusa dirigida al seno de los trabajadores, indicando que “no hay de qué preocuparse, si uno hace las cosas bien”. Pero, en realidad estas acciones no son más que una tremenda arremetida contra la clase obrera, tratando de arrebatar la estabilidad laboral, ellos van por imponer, de una vez por todas, los malditos contratos basuras, que ponen en vilo a tantos hogares en nuestro país.
El norte santafesino no es la excepción, aunque este monopolio tampoco lo es. Se avecinan contiendas arduas, la unidad de la clase es tarea fundamental, así como la lucha cotidiana que se viene ejerciendo.