Como lo demuestran innumerables acontecimientos recientes, cualquier simulacro de la burguesía que pretenda encorsetarnos nuevamente en sus trampas electorales, no logra detener el avance de la lucha de clases.
El conflicto de los trabajadores químicos de Zárate y Gualegaychú, el de los trabajadores de la empresa Kromberg & Schubert en Pilar, el de los trabajadores del azúcar del Ingenio San Martín del Tabacal, de los trabajadores de IBM; a los que se suma la incesante conflictividad en la provincia del Chaco, en el sur con los petroleros, y en cada rincón del país en donde apenas se pone el ojo, confirman lo que decimos.
Y no puede ser de otra manera, ya que los negocios de la burguesía monopolista, sus gobiernos y “su modelo” muestran a diario que están al servicio de los monopolios.
Más allá de las escenografías de barricada y de las bravuconadas para la TV, los destinos de nuestro país están en manos de un selecto grupo de monopolios y son ellos quienes deciden las políticas a tomar.
Por eso no nos cansaremos de sostener que se abre un momento muy especial de la lucha de clases en nuestro país; porque más allá de sus engaños cada vez más maltrechos, de lo único que se habla en cada lugar de trabajo, en los hogares de nuestro pueblo, es que la plata no alcanza y que las condiciones de trabajo y de vida se van deteriorando constantemente.
Este sentir se expresa de infinitas formas y es absurdo tratar de identificarlo con una sola bandería política partidaria de las existentes actualmente.
Se confronta directamente con lo que ellos llaman “el modelo”, contra el achatamiento del salario, el empeoramiento de las condiciones de trabajo, la utilización de los millonarios recursos que recauda el Estado a favor de los monopolios y en contra las necesidades y aspiraciones del pueblo, la falta de seguridad y perspectiva para los jóvenes y sus familias, la pobreza y el olvido para los jubilados.
Un movimiento de masas en ascenso manifiesta su desacuerdo y oposición creciente y sostenida, con sus luchas permanentes, con la autoconvocatoria como herramienta, el rechazo a todas las instituciones y una organización independiente de esas instituciones, a las que todo el mundo desprecia y desconfía.
Nuestro pueblo ya percibe que todos los políticos de la burguesía conforman un solo partido político: el partido de los monopolios.
Es evidente que frente a este escenario, la protesta continúa acrecentándose en todos los terrenos. En el salarial, en lo social y en lo político, y el común denominador seguirá siendo por una vida digna. Es este el terreno de la lucha política, en donde las fuerzas populares somos la aplastante mayoría; este es nuestro terreno para enfrentar las decisiones de los monopolios y su gobierno.
Los conflictos continúan abiertos en todo el territorio nacional. Todo esto viene dándose junto a la creciente conflictividad de los trabajadores de las principales ramas de la industria, por reivindicaciones salariales y mejoras en las condiciones de trabajo, y también por sus derechos políticos.
Este es el escenario real en donde los revolucionarios debemos actuar con la fortaleza que nos da la decisión del pueblo trabajador en su camino hacia su liberación.
Nuestro pueblo está en condiciones de incrementar la movilización y salir al cruce con un proyecto que sea real alternativa a toda esta indignidad, vertebrando una unidad de acción política con consignas que expresen el común denominador de la dignidad del hombre aplicada a cada circunstancia que se presente.
La lucha y el enfrentamiento es el único lenguaje que entienden y además es la única alternativa legítima que permite un desarrollo verdaderamente democrático revolucionario de las infinitas organizaciones que el pueblo va gestando en sus batallas contra las políticas de los monopolios.
A la gran zanahoria que nos muestra el poder con su democracia burguesa, la derrotaremos generando una unidad política de todo ese movimiento revolucionario en marcha.