Por decreto presidencial, el gobierno nacional creó un régimen especial para las empresas que inviertan más de US$1.000 millones para la explotación de hidrocarburos. Esta es la coronación de una decisión tomada en los despachos de Chevron y otros monopolios transnacionales luego de expulsar del negocio a Repsol, compañía imperialista que fue derrotada en este caso por un capital de mayor volumen como es la petrolera de origen norteamericano. Para esto se “nacionalizó” YPF, para ser entregada a otro sector de la oligarquía financiera.
Como hemos afirmado reiteradamente, lucha interimperialista no es lucha antimperialista.
Bajo el capitalismo monopolista de Estado, empresa privada o empresa estatal, ambas, son negocios para la oligarquía financiera. La discusión sobre privatización o estatización es inútil, si las decisiones no son tomadas por los trabajadores y el pueblo con su Estado revolucionario, un Estado de nuevo tipo que nada tiene que ver con el Estado al servicio de los monopolios. Ni en su contenido, ni en su forma, ni en su organización. Un Estado basado en las instituciones auntoconvocadas que están cristalizando en este proceso de lucha, como anuncio de la futura sociedad socialista, con la práctica de la democracia directa y que funcionan a través de la movilización y participación permanente de las masas organizadas en sus lugares de trabajo, barrios, etc.
Para que este negocio se pusiera en marcha, primero Chevron le exigió al Estado “argentino” que desbloqueara el embargo que la “Justicia” aplicaría sobre un valor de 19.000 millones de dólares de su capital a causa de la contaminación de un extenso territorio de Ecuador.
Segundo, Chevron impuso al Estado “argentino” la aprobación de la extracción de hidrocarburos líquidos y/o gaseosos mediante técnicas de estimulación no convencionales aplicadas en yacimientos ubicados en formaciones geológicas de rocas esquisto o pizarra (shale gas o shale oil), areniscas compactas (tight sands, tight gas, tight oil), capas de carbón (coal bed methane) y/o caracterizados, en general, por la presencia de rocas de baja permeabilidad, lo cual es altamente contaminante y pone en riesgo además la “estabilidad” geológica pudiendo provocar movimientos sísmicos y derrumbes.
Tercero, Chevron impone al Estado argentino la ventaja de exportar libremente sin condicionamientos y, además, el 20 % del monto de esas exportaciones no estarán obligados a liquidarlo en el país. Exportación de capitales a pleno: otra medida imperialista de la más pura cepa organizada a través del gobierno “nacional y popular”.
Todo esto a cambio de suculentos bonos para los funcionarios que intervinieron con sus firmas avalando el chanchullo escandaloso. ¡Asco y repulsión indignantes!
De la misma manera que el golpeador le dice a su mujer que la ama, el gobierno de Cristina Kirchner le dice al país que esto es para beneficio del pueblo.
Verdadero odio de clase generan estos personajes, tanto los dueños de los monopolios como los funcionarios del Estado que trabajan a su servicio.
Otro motivo más para enfrentarlos y unificar voluntades contra la entrega del patrimonio de nuestro pueblo, nuestra fuerza de trabajo, nuestras tierra y agua, nuestros recursos naturales en general y nuestra dignidad.
Los obreros petroleros de Neuquén en particular, los obreros petroleros en general y todos los trabajadores y pueblo argentino, no aceptaremos otra tremenda entrega cipaya y más temprano que tarde transformaremos en infierno el fuego encendido que vienen sosteniendo y generalizando las luchas en todo el país (Ver nota “¿Qué pasa en el Golfo San Jorge?, publicada ayer en esta misma página).