El gobierno de los monopolios, a través de toda su actividad discursiva, encuentra cada vez mayores escollos para tratar de cambiarnos “la bocha” y para tratar de presentar sus “logros” en defensa de los trabajadores y el pueblo…
Desde el nombramiento de Milani, nuevo jefe del Ejército, hasta los negocios abiertos para Chevron, pasando por los suculentos subsidios que se continúan entregando a los monopolios y el manotazo de esta nueva farsa electoral (todos temas desarrollados ampliamente en esta misma página); muestran decisiones políticas que dejan al descubierto el verdadero carácter de este gobierno y cuáles han sido y son los móviles de sus planes. TODO, ajeno a los trabajadores y el pueblo.
Un pueblo que sabe de sobra que todo lo que ha conseguido ha sido conquistado por la lucha, metiéndoles el aliento en la nuca y no dejándoles pasar una.
Cada día que pasa, cada medida que intentan tomar o que toman, lo único que hace es hacer crecer la desconfianza en los funcionarios, en las instituciones y en las empresas monopólicas que este gobierno representa.
Por eso, a nadie puede sorprender que la lucha de clases continúe agudizándose. Cada vez que la burguesía monopolista intenta –por decirlo de alguna manera- retomar la iniciativa e ir en contra de las conquistas obreras y populares, sus negocios -basados en la superexplotación y en la opresión- quedan al desnudo y cuando avanza la lucha, terminan siendo desactivados. El enfrentamiento a sus políticas no sólo no se detiene sino que se hace cada vez más incontenible para la burguesía: dos proyectos antagónicos chocan de forma permanente.
Ese es el brete en el que están encerrados, lo que les embarra la cancha y posiciona en inmejorables condiciones las perspectivas de nuestra lucha como clase y como pueblo.
Esto agudiza el principal problema de la burguesía: sus crisis políticas condicionadas cada vez más desde abajo, apretándolos en donde les duele.
Desde esa experiencia, desde esas luchas, es desde donde debemos encontrar los caminos de unidad en todos los niveles, establecer nuestras organizaciones, de las más variadas, institucionalizarlas entre la mayoría de los trabajadores, utilizar todas las herramientas y hacer pesar nuestras fuerzas, y nuestra independencia política como clase y como pueblo.
La democracia directa, el estado asambleario, la metodología de la autoconvocatoria, atraviesan de punta a punta este notable proceso. La preparación de las fuerzas organizadas están en marcha y nuestra dignidad no tiene techo.
En el marco de todas estas batallas, van apareciendo nuevas vanguardias, miles de hombres y mujeres que se van fogueando en la lucha, que van conociendo en los hechos el poder de sus propias fuerzas, que van probando los caminos de unidad, que están experimentando en la mejor escuela, que es la movilización y la lucha.
En ese camino, en ese despertar de centenares de miles, las ideas revolucionarias se comienzan a desplegarse notablemente y todo comienza a tener otra dimensión.
A partir de ahora, nada será como era entonces. La burguesía lo sabe y le teme.
Desde el campo revolucionario, deberemos saber aprovechar este momento.