“Espacio cedido por la Dirección Nacional Electoral”… ¿Cuántas veces has escuchado o leído esta frase por estos días? Millones, seguramente, todo el día y todo el tiempo.
Es que los políticos del sistema continúan en su ardua tarea de tratar de convencer a alguien de que lo que a ellos les interesa es lo que nos debería interesar a todos… como si los trabajadores y el pueblo no supiésemos que todos ellos –más allá del color de camiseta con que se vistan- defienden los intereses de una misma clase: la clase burguesa. El gran circo montado, alberga esta inmoral pornografía electoral en donde unos y otros se acusan, se pelean, se amigan, pero las necesidades y urgencias del pueblo, bien gracias…
Es que en realidad, la vida sigue su curso: los monopolios, verdaderos dueños del Estado y de las decisiones políticas (que representan y defienden en uno y otro bando), continúan explotando y oprimiendo al pueblo trabajador. Esa es la única verdad, la verdad de la milanesa, como se dice.
Toda la escenografía montada en torno a las elecciones es puro cinismo, ya que todos ellos (empresarios, gremialistas, políticos burgueses y gobiernos) son representantes de la clase social que explota el trabajo asalariado y decide con cuántas migajas deberemos subvivir los trabajadores y nuestras familias.
Mienten descarada e impunemente, pero ya no confunden a nadie.
Ya nadie se traga el anzuelo. La producción y las riquezas que generamos colectivamente los trabajadores en nuestro país no sólo alcanzan para trabajar 8 horas diarias, tener sueldos superiores a la canasta familiar, para que los jubilados perciban el verdadero 82% móvil y para que los 40 millones de habitantes tengamos una vida digna, sino también para poder satisfacer nuestras necesidades espirituales, multiplicar y potenciar la fuerza social que permita desarrollarnos social y plenamente como seres humanos en libertad y prever un futuro venturoso para las generaciones venideras. Cualquier otra cosa es saqueo, robo y explotación descarada. Todos los días, millones de argentinos salimos a trabajar para ganarnos el pan para nuestras familias. Somos nosotros los verdaderos hacedores de las riquezas, los que generamos ese gran banquete que está disfrutando una ínfima minoría.
La gran mayoría sabemos que nada podemos esperar que ellos nos garanticen; mucho menos nuestro destino.
Nuestra dignidad no se negocia. Y se expresa en la lucha cotidiana contra toda injusticia y por nuestros derechos, en todos los planos, frente a cada avasallamiento. En estos mismos momentos, mientras los “profesionales de la política” hacen su jueguito tribunero a favor de los monopolios, los trabajadores y el pueblo estamos luchando, conquistando parte de los que nos pertenece, demostrando todo lo que ellos son incapaces de hacer.
La importancia de este proceso de luchas, aunque todavía aisladas pero en camino de unificarse, representan para nosotros, el pueblo argentino, el capital más importante con el que contamos y con el que estamos gestando los grandes cambios; tengamos la certeza de que este camino es al único que debemos darle importancia y el que hay que profundizar.
El presente y el futuro están en nuestras manos. Enfrentamos a un poder que se sostiene precisamente porque nos condena, y por eso apuesta a mantenernos divididos, a embretarnos en sus problemas, en sus discusiones, en su “agenda”… En definitiva, ellos sólo se preocupan por ver quién se queda con el pedazo más grande de la torta; y pretenden que nos olvidemos de lo que verdaderamente tenemos que resolver, que es nuestra organización unitaria, independiente de toda tutela de la burguesía.
La unidad, estrechar filas a la hora de pelear por lo que nos corresponde, por nuestros derechos, es la mejor medicina para este virus con que nos ataca la burguesía monopolista.
Unidad para la lucha, unidad para soñar el futuro, unidad para construirlo. Unidad, la primera necesidad del momento.