Las instituciones del Estado burgués y su parlamentarismo en particular están totalmente subordinados a la dominación de los monopolios. Los procesos de concentración y centralización del capital cada vez más tienden en política a más concentración, más autoritarismo y contradictoriamente en el pueblo ese proceso objetivo tiende a más democracia y la misma se expresa desde la lucha en las conquistas económicas y políticas.
Sin embargo las fuerzas concretas y las potenciales que amenazan al poder burgués aún no acumulan suficientemente en una alternativa política clara para las grandes mayorías, es decir, somos muchas las fuerzas que empujamos en la lucha, en las ambiciones de cambio radical de las condiciones de vida, pero no terminamos de dar el primer grito “inicial” para que se exprese una verdadera alternativa de cambio revolucionario.
Hablar de blanco y negro sería un error, es mucho lo que se está haciendo en esa dirección, pero se necesita seguir caminando, conociéndonos en cada lucha, en cada movilización en cada enfrentamiento, desde esa base partir de la confianza, erradicar de un plumazo la desconfianza en que nos ha influido el sistema por décadas.
Cuando la lucha está dirigida objetivamente contra el dominio de la oligarquía financiera se abre un abanico muy amplio para acumular en fuerza política revolucionaria, pero para ello hay que poner esfuerzos denodados, mucha paciencia y tolerancia para la unidad, e ir tejiendo lo que de hecho nuestro pueblo está haciendo.
Acumular en una alternativa política revolucionaria es ir rompiendo no solo con la desconfianza entre pares de la barricada sino que al mismo tiempo vamos rompiendo las barreras del aislamiento en que nos han metido por décadas.
Muchas fábricas tienen organizaciones obreras revolucionarias, cientos de barrios tienen ya una base de organización sólida, asambleas de todo tipo pululan en defensa del medio ambiente, organizaciones aborígenes se sostienen aferradas a las luchas contra el atropello del sistema, aparecen listas de gremios, comisiones internas, cuerpos de delegados en todos los sectores asalariados dispuestos a la lucha y con metodologías democráticas de nuevo signo, ni que hablar de las luchas del movimiento estudiantil.
Todo esto es acumulación de fuerzas, pero hay que dar el salto en acumulación política revolucionaria, de saber que cada lucha que hacemos tiene su correlato político en concebir una nueva sociedad basada en el poder popular, que se constituye en la lucha contra este sistema y Estado de los monopolios y a la vez se prepara la fuerza política que se erija en el nuevo poder de un nuevo Estado Revolucionario.
Es mucho lo que se ha acumulado, pero como se dice vulgarmente hay que “abrochar” en política, quebrar de lo pequeño a lo grande la idea que impone el sistema que la única democracia es la burguesa o parlamentarista.
De ninguna manera tenemos que perder tiempo precioso para poner sobre la mesa la idea revolucionaria que es la Democracia Directa, que nace desde el compromiso de la lucha en cada lugar en concreto basado en la plena movilización y estado deliberativo y asambleario de todo el pueblo.
Innumerables experiencias se han hecho de todo esto, pero insistimos, aún no se acumula lo suficiente en el plano político que permita erigirse en una fuerza alternativa a la podredumbre que expone el poder de los monopolios y la institución parlamentarista.
No hay fórmula o receta para la construcción de este poderoso torrente, pero hay que poner manos a la obra, un torrente cuyo único dueño es el pueblo en lucha, son las organizaciones más variadas que ese enfrentamiento ha dado. La política revolucionaria es la única política no contaminada por el poder del Estado monopolista y tenemos que hacer el esfuerzo unitario por hacerla pesar.
Es necesario comenzar a Institucionalizar las fuerzas ya organizadas, darle un carácter de poder enfrentado al poder burgués, hacer pesar lo que de hecho coexiste en este sistema capitalista que es lo nuevo que viene de lo más profundo de la lucha.
Es tarea de los revolucionarios valorizar esas fuerzas pero ahora desde la acumulación eminentemente política, acentuar esta veta, ayudar a parirla sin ningún tipo de especulación y mezquindad propios de las clases dominantes.