Repetir por enésima vez que el salario no es ganancia para los trabajadores, y que el saqueador impuesto debe ser derogado completamente, es algo que todos los que trabajamos ya sabemos de memoria.
La reunión intentó ser una iniciativa política del gobierno luego de la bravuconada presidencial que pedía «hablar con los titulares de los diversos intereses económicos y sociales”, tras el papelón oficialista en las recientes “elecciones internas”; como si las políticas que emergen del actual andamiaje del Estado, no respondieran total y absolutamente a los intereses de esas “corporaciones” que para la tribuna desde el gobierno dicen “enfrentar”. Ustedes no se enfrentan entre ustedes porque todos responden al mismo interés de clase, el de la burguesía monopolista, responsable absoluta de todos los padecimientos que a diario sufrimos millones de argentinos. Ustedes, señora presidenta, no enfrentan a las automotrices, no enfrentan a las aceiteras, no enfrentan a las mineras, no enfrentan a los pools de siembra, no enfrentan a las textiles, no enfrentan a las alimenticias, ni a los bancos, ni a las acerías, no enfrentan a Chevron (entre tantos otros), por el contrario, los “invitan” cada día a hacer más y mejores negocios para que acrecienten sus ganancias, en base a la explotación y al saqueo que están haciendo de los recursos humanos y materiales de nuestro país.
Como si los trabajadores y el pueblo no supiéramos ya que todas las instituciones del Estado burgués y su parlamentarismo, están totalmente subordinados a la dominación de los monopolios. Los procesos de concentración y centralización del capital, tienden en política a más concentración y a más autoritarismo, lo que choca cada vez de forma más virulenta con las aspiraciones e intereses de un pueblo que quiere más democracia (en serio) y más dignidad, expresándose desde la lucha en la búsqueda de sus conquistas económicas y políticas.
Estas escenografías teatrales que desde arriba arma la burguesía, son en realidad un manotazo de ahogado que no les sirve para nada, pero otra cosa no puede hacer. Enhebrar engaño tras engaño es lo único que podemos esperar de ellos; mientras que por abajo, el cartón pintado es derribado con frecuencia inusitada por la potencia arrolladora de un sentir que recorre las venas populares: así no podemos seguir viviendo.
Es evidente que romper definitivamente con la inhumanidad de este sistema jamás estará en manos de los que se enriquecen con él. Ellos son los que tienen buena onda.
Los que con el esfuerzo y trabajo generamos los que unos pocos se apropian, y llevamos años y años viendo como se postergan absolutamente todas nuestras necesidades y aspiraciones, tenemos muy mala onda con el poder dominante.
Y lo que nos nutre, entusiasma y dignifica, es lo que emerge desde el compromiso de la lucha en cada lugar en concreto, basado en la plena movilización y el estado deliberativo y asambleario de todo el pueblo: la democracia y la acción directa. Ese es el poderoso torrente que debemos fortalecer. “La alternativa revolucionaria es la única política no contaminada por el poder del Estado monopolista”.