La burguesía en su conjunto, como clase, sin distinción de “oficialistas” y “opositores”, deja al desnudo con cada paso que da que se encuentra a la defensiva, que lejos está de superar la profunda crisis política que la atraviesa y que le duele profundamente cada avance de la clase obrera y los sectores populares.
Por eso, no escatima ni un solo esfuerzo es tratar de desvirtuar la lucha por las conquistas que el pueblo emprende en contra de sus inhumanas políticas, y esconde –justamente- que existe hoy una posibilidad concreta, material y efectiva de ganarlas, de continuar arrancándole reivindicaciones a los monopolios y a su Estado.
Los medios burgueses de incomunicación junto al gobierno K, plantean con insistencia que las movilizaciones y reclamos que se hacen oír en las calles, son producto –en el mejor de los casos- de aquellos que no entendemos “el proyecto nacional y popular”, o resultado de un plan macabro y destituyente, orquestado por monstruos mediáticos al servicio de vaya a saberse qué intereses…
Esto es de la boca para afuera, porque en su interior más preciado, saben con toda certeza que la única realidad es que en todos los rincones del país se dan infinidades de luchas que golpean los planes de los monopolios y no los dejan acomodarse.
La lucha, la confrontación, el enfrentamiento se han institucionalizado y son la única y verdadera alternativa; a la par de que se continúa avanzando y profundizando en los diferentes niveles de organización revolucionaria, para lograr la unidad de la clase obrera y del pueblo; que se traduce en superadoras formas de organización genuina del movimiento de masas frente a los conflictos.
Es cierto que en este momento aún confluyen antiguas formas, con nuevas formas de organización política de los trabajadores y los sectores populares. Pero la esencia es, que la disposición y la necesidad de lucha, nos llevan a una mayor participación política: la clase obrera comienza a ejercer su rol como clase y a poner en marcha la potencialidad de su propia fuerza.
Los comités de lucha, las comisiones internas independientes de la tutela burguesa, los cuerpos de delegados pegados al pié de la máquina, las organizaciones autoconvocadas dentro y fuera de las fábricas, y muchas formas más, son el producto de la acumulación que viene desarrollando la clase obrera y el pueblo, como resultante de las luchas por las conquistas que tienen cada vez, un carácter más político.
Estas experiencias profundizan la crisis del sistema, sientan las bases necesarias para un tipo de organización unitaria superadora, y son el embrión de un movimiento revolucionario, que continúa avanzando en el desarrollo de la lucha de clases con una visión de poder.