Una experiencia concreta para graficar las tendencias políticas e ideológicas que anidan en la sociedad y lo que cada una representan a la hora de la lucha política. Una asamblea popular, que se viene construyendo con mucho esfuerzo y entusiasmo, decide un corte en la entrada de la intendencia para seguir llevando adelante sus justos reclamos. El corte se extiende por ocho horas y, durante el mismo, la asamblea debate cada acción a llevar a cabo, las decisiones trascendentes como seguir cortando o no, la elección de representantes, etc. Una agrupación política, opositora al intendente, trae una supuesta solución: dicha agrupación tiene ahora un solo concejal; si se la vota el 27 de octubre, podrían tener más concejales para así poder «llevar adelante» los reclamos de los vecinos y en 2015 ganar la intendencia para, allí sí, «cumplir» con todos los reclamos pendientes. Por supuesto, dicha propuesta fue absolutamente deshechada por la asamblea. Los vecinos se inundan, pierden sus pertenencias, sufren amenazas de desalojos para que se lleven adelante grandes negociados inmobiliarios, todavía viven sobre calles sin asfalto y muchas veces sin cloacas, con los problemas de la inseguridad y la droga, etc. y la solución que proponen las fuerzas del sistema es «vótennos y nosotros les traeremos las soluciones». La burguesía y todas las fuerzas que responden y siguen las reglas de juego de su sistema nos proponen delegar el poder para que éste siga siempre en las mismas manos de las minorías oligárquicas y, por lo tanto, el futuro de nuestras vidas también dependa de ellos. Mientras tanto, la asamblea del ejemplo (como tantísimas organizaciones populares a lo largo y ancho del país) lo que están experimentando es exactamente lo contrario. Los problemas no pueden esperar y la forma de buscar la solución es organizarse, construir organizaciones propias en las que los que mandan y deciden son los directamente interesados y afectados por los problemas, y salir a la lucha todos los días sin esperar procesos electorales inútiles que sólo sirven para que sigamos creyendo que los problemas los resuelven otros y no nosotros. El ejercicio de la democracia directa, una democracia esencialmente revolucionaria, es cotidiano y se expresa en miles y miles de contiendas por defender los derechos y conquistas que el sistema intenta permanentemente quitarnos. Esta experiencia que atraviesa a todas las capas sociales es lo predominante en la lucha y se enfrenta a cada paso con las concepciones y políticas de la burguesía que intentan cortar esa práctica. Allí está la democracia que elige todos los días cómo luchar, contra quién, con qué formas y metodologías, y la que no delega el poder; la auténtica democracia que elige todos los días y no espera un día en particular para ser ejercida. Allí está naciendo la propuesta política revolucionaria que irá unificando todas las aspiraciones y demandas populares en una política común para enfrentar al sistema.