El capitalismo en su fase imperialista a través de la oligarquía financiera instaló en el mundo el sistema de las deudas externas como apropiación generalizada de grandes masas de plusvalía, ningún gobierno burgués pudo explicar a sus pueblos ni el origen, ni la legalidad, ni la legitimidad y, menos, la posibilidad de cancelar las famosas deudas que los países tienen con los órganos financieros.
Algunos, como el actual gobierno de Kirchner, quieren explicar que es necesario “honrar” los compromisos internacionales y la juegan de defensores de los intereses nacionales y populares, enorgulleciéndose de ser “pagadores seriales”, tal como lo dice textualmente la presidenta Cristina Fernández, con la peregrina intención de convencer que algún día se terminará de pagar la famosa deuda.
El justificativo que sirve de base es que pagando la deuda, no se nos cierra el mercado de capitales, entonces podemos tener acceso, como país, a la llegada (vía préstamos) de capitales necesarios para poder seguir creciendo. Lo que no explican, ni nunca lo podrán hacer, es la ilógica fórmula de que ¡¡¡para atraer capitales hay que entregar capitales diez, o más, veces mayores!!!
En definitiva, gobierno tras gobierno, todos han ido pagando la deuda, pero ésta se fue incrementando. Las mentiras sobre las renegociaciones y sobre las disminuciones de la deuda se caen a pedazos con los propios informes que la burguesía se ve obligada a dar (por ejemplo, cuando la presidenta reconoció que su gobierno había pagado más de US$ 173 mil millones), a pesar de lo cual Argentina debe más de US$ 220 mil millones (Ver gráfico adjunto publicado por la propia burguesía).
Los distintos sectores de la burguesía (los de derecha y los que se ponen ropajes de izquierda) han escrito tratados y gruesos libros sobre la deuda. Han discriminado sobre deuda “legal e ilegal”, “pública y privada”, “legítima e ilegítima”. Han hecho comparaciones sobre lo que el Estado (¡en manos de la burguesía monopolista!) podría haber realizado con los fondos destinados al pago de la deuda y sobre la necesidad de no pagar o de pagar la deuda…
De alguna u otra manera, todos alimentan la idea que la deuda constituye una piedra de miles de toneladas que pende sobre las cabezas de todos los argentinos. Pero nadie de ellos ha puesto el eje sobre que la deuda no es el problema central, ni la causa de ninguno de nuestros males. Con el pretexto de la deuda, esconden los verdaderos orígenes de los problemas y se sirven de ella para actuar el papel de antiimperialistas protestando sobre la injusticia que significa pagar la misma al tiempo que afirman que no tienen otra opción. Sin embargo, la deuda es uno más de los tantos mecanismos que utiliza la oligarquía financiera, para apoderarse del esfuerzo de las mayorías laboriosas del país.
La deuda a través de la cual los Estados rentistas de principios del siglo XX se apoderaban de los recursos de países enteros (colonias, semicolonias, países dependientes, subdesarrollados y otros apelativos), ahora es el mecanismo a través del cual los sectores rentistas más concentrados de los monopolios, rentistas por excelencia, utilizan los Estados para apoderarse de gigantescas masas de plusvalía sin importar nacionalidades o jerarquías de países capitalistas. Claro ejemplo de ello es la enorme deuda que tiene el propio Estados Unidos de Norteamérica. Y ésta es precisamente la clave que da por tierra toda visión nacionalista burguesa con la que intentan engañar al pueblo inventando gobiernos antiimperialistas en donde existen sólo gobiernos proimperialistas al servicio del capital financiero internacional, tal como el actual de Cristina Kirchner.
En definitiva, la deuda no es el eje del problema. El eje, lo constituye la apropiación capitalista de la plusvalía que se le extrae a los obreros y la enajenación del esfuerzo en general de todo el pueblo. Ningún gobierno burgués dejará de pagar y de incrementar la deuda a costilla del esfuerzo de la población laboriosa, porque tampoco dejará de incentivar la explotación capitalista de la fuerza de trabajo. Pensar o imaginar dicha posibilidad es absurdo.
Sólo un gobierno revolucionario, en defensa de un Estado revolucionario, podría resolver el problema de la deuda, atacando el origen, es decir, resolviendo el problema de la explotación capitalista.
Es totalmente inútil y ocioso discutir sobre la fuga de capitales y sobre las supuestas posibilidades que un gobierno burgués podría tener en caso de destinar los recursos a inversiones productivas en vez de pagar la deuda.
La prueba está en que en los últimos años ha habido enorme inversión de capitales en nuestro país, y ello ha significado transferencia de recursos gigantescos (plusvalía) hacia las arcas de la oligarquía financiera.
Pues la fuga de capitales, desde nuestro punto de vista, desde la clase obrera y el pueblo, no tiene otro significado más que la apropiación, por parte de la oligarquía financiera, de la plusvalía generada en la producción industrial. Los capitales de los que se apropia la oligarquía financiera tienen el destino de la mayor ganancia sea que se fuguen, se queden o se destinen a la industria o la especulación, la expropiación del trabajo acumulado generado por la fuerza de trabajo del asalariado nunca es destinada a favor de los trabajadores y el pueblo. El destino de dichos capitales siempre es el mismo, la obtención de ganancia para la mayor reproducción de dichos capitales, sea que se “queden” en el país, se vayan, vuelvan o transiten. La explotación directa, el cobro masivo de impuestos, la inflación, la deuda, la privación de recursos para seguridad, salud, educación, vivienda y mejores salarios y jubilaciones son distintos mecanismos que utiliza la burguesía para apropiarse de masas de plusvalía.