En los últimos años, como venimos repitiendo incansablemente en artículos anteriores, Europa atraviesa una crisis estructural que la arroja en busca de una organización distinta, ejecutando ajustes en todos sus planos económicos.
Los Estados, sujetos a las decisiones políticas de la oligarquía financiera, intentan disciplinar a los pueblos con medidas de recortes despiadadas, atacando de esta manera la calidad de vida y la dignidad, en un escenario plenamente convulsionado.
Lo que se viene desarrollando en los últimos años en Egipto, Turquía y fundamentalmente en Libia, donde la presencia del aparato estatal es prácticamente nula, le genera a la Unión Europea una preocupación extra, que la obliga a buscar nuevos canales organizativos que le permitan controlar fronteras adentro la situación social actual y la que se le avecina, enmarcada dentro de la necesidad de seguir generando negocios para la oligarquía financiera.
Es en este contexto, donde la Unión Europea, progresivamente fue incorporando a Rumania, Bulgaria y Hungría, que dan nota de la complejidad de la problemática.
Los medios masivos de información, en las últimas semanas, han impuesto sistemáticamente en sus columnas de noticias que la Unión Europea -al integrar a estas tres repúblicas- ha generado una amenaza, ya que los movimientos migratorios se suceden sin precedentes en toda la región. Todo esto poniendo sobre el tapete la situación de los pueblos romaníes (gitanos), que se encuentran haciendo uso de los 90 días de circulación sin visado por los paises de la Unión. Machacan hasta el hartazgo, que este «problema» se agravará cuando entre en vigencia el Espacio Schenger, que permite la libre circulación por toda la Unión a cualquiera de sus miembros a partir de 2014.
Los pueblos romaníes han generado un verdadero éxodo por los países más fuertes de la UE, las caravanas y campamentos se suceden como nunca antes en las calles de Inglaterra, Alemania, Francia, España e Italia. Los políticos, los medios de información y sectores reaccionarios de estos países, aprovechan y han transformado, a quienes migran de Rumania, Bulgaria y Hungría, en un «eje inmigratorio», en portadores de costumbres ociosas, con un fuerte potencial inclinado hacia la delincuencia y una clara tendencia a participar y desarrollar los negocios mas turbios, como el trafico de drogas y la trata de personas.
Los medios informativos mas izquierdosos, los de la socialdemocracia, ponen de relieve la situación discriminatoria y/o racial (augurando viejos fantasmas), criticando con dureza la falta de políticas de contención de parte de la Unión Europea para quienes dejan sus países de origen.
Todo este nuevo escenario, que seguramente «altera» la vida de los países más desarrollados de Europa, posee un trasfondo que los medios de información de todo tipo esconden de manera descarada, generando un verdadero espanto.
No dicen absolutamente nada que detrás de este montaje, la oligarquía financiera teje negocios fabulosos en los paises del «eje inmigratorio» y a su vez, sale favoreciéndose de quienes migran, reduciéndolos en trabajos con salarios paupérrimos, que en relación a la situación de origen -ésta nueva- se convierte en un verdadero tesoro.
Los sociólogos, analistas y opinólogos del poder, en análisis tirados de los pelos, se encaprichan en justificar las políticas de estos gobiernos, manifestando que, antes las inmigraciones eran sinónimo de progreso, mientras que hoy se reducen a una ameneza social.
Este concepto es tan pobre como los sentimientos burgueses. Las inmigraciones siempre se dieron para alentar y/o desarrollar los negocios de la burguesía, y ya, con el capitalismo consolidado en su etapa monopolista, se dan para instrumentar -también- negocios en medio de guerras intermonopólicas; en ambos casos en un contexto político social determinado.
Entonces, este movimiento poblacional en Europa, no es más que un reacomodamiento de las fuerzas productivas y la necesidad de asestarle una nueva vuelta de rosca a la fuerza de trabajo.
Como ejemplos concretos, quedan desnudos y a la vista de todos, los créditos que la Unión Europea otorgó a estos países ingresantes, y la «apertura» de dicha Unión. Esto permite que el «eje inmigratorio» descomprima el gasto público al emigrar sus habitantes y que los créditos sean utilizados para ofrecer las garantías que los capitales necesitan para intalarse en sus territorios.
Tampoco es casualidad que en Rumania, el primer ministro Victor Ponta (opositor al conservador presidente Traian Basescu) adopte las políticas progresistas implementadas en America Latina. A pesar de estos planes en medio de esta maraña, la oligarquía financiera ha recibido dos duros golpes en Europa del Este, la expulsión de Chevron y el freno del proyecto Rosia Montana Gold Corporation, en manos de la lucha del movimiento de masas. (ver nota en esta misma página «El otoño rumano», https://prtarg.com.ar/2013/10/17/el-otono-rumano/).