Entramos en la última parte del año y el mes de noviembre se recalienta, no sólo porque comienza a aumentar la temperatura cuando se acerca el verano, sino también, porque preanuncia que el nivel de conflictividad salarial comenzará a hacer «ruido» en todo el país. Los niveles que han alcanzado los aumentos de precios, en absolutamente todos los productos y de forma ininterrumpida, desintegran los ingresos del trabajador, empeorando aún más sus condiciones de vida. No hay plata que alcance, y cada día se suman mayores postergaciones. Mientras la burguesía se debate en ver cómo y cuándo regresa la presidenta (sumida como clase en una profunda crisis política), los problemas se suceden y la sensación generalizada en el pueblo es que lo único que están haciendo es patear los problemas para adelante. «Soluciones» nadie espera, mejor dicho, lo que se espera es más apriete. Por eso, la lucha de clases, no les dará respiro, anclada en un creciente estadío de luchas y movilizaciones por diferentes conflictos, especialmente laborales. La burguesía comenzará (nuevamente) a padecer los cimbronazos de la lucha salarial. El ánimo social está particularmente caldeado (en un momento particularmente sensible para todos como lo es el fin de año) debido a las políticas de ajuste e inflación del gobierno de los monopolios, que agrava sin duda la situación salarial de todos los trabajadores; ya que, sumado a los enflaquecidos sueldos, los aumentos indiscriminados de los precios desintegran la economía de las familias de punta a punta del país. Un «debate» que desde el poder se pretendía patear para marzo, con las consabidas «paritarias» amañadas por arriba entre representantes de una misma clase (gobiernos, empresas y sindicatos), comenzará a explotarles en la cara hoy, porque la cosa no da para más. Como siempre, los monopolios y su gobierno intentarán ponerle «paños fríos» al tema, argumentando una serie de incongruencias que sólo buscarán mantener sus ganancias a costa de la explotación de los trabajadores y de la plusvalía que de ello obtienen. Reivindicaciones trascendentes, como la derogación del impuesto a las ganancias, la recuperación de la asignación familiar para todos los trabajadores, el 82% móvil para los trabajadores jubilados, y aumentos salariales que nos permitan no sólo recuperar lo que ya venimos perdiendo, sino además, arrebatarle parte de sus ganancias a los monopolios, pasan a ocupar nuevamente el centro de la lucha política. Este 2013 termina mostrando una situación política y económica muy clara: bolsillos completamente empobrecidos, ganancias millonarias para los monopolios, un gobierno servil a esos intereses, intentando distraer la atención de los argentinos montando su circo («pan», no) y aprovechando cada mínima situación para instalar debates que no ponen sobre la mesa, los verdaderos intereses de la clase trabajadora y el pueblo. Por debajo y por fuera de todo este circo que monta la presidenta y su gobierno, la lucha de clases crece día a día, la unidad de la clase obrera y el pueblo movilizado se fortalece, y da el puntapié para que en la calle, con movilizaciones y unidad, mostremos la bronca de clase desatada por las políticas del gobierno de los monopolios.