Tras la verborragia de cada una de sus declaraciones, como proclamado vocero de los monopolios, una nueva palabreja se ha entronizado y mediatizado en cada aclaración, en cada respuesta, discurso o entrevista del nuevo jefe de gabinete: la previsibilidad.
La previsibilidad para esto o aquello. Es decir frente a la crisis política y a la debilidad sustancial instalada en el gobierno, la previsibilidad aparece como el leiv motiv de toda su acción. Como el intento desesperado de contrarrestar mediante acuerdos políticos, con los monopolios industriales, financieros, los gremios y los gobernantes de la llamada oposición, el tembladeral que implica para la superestructura la aplicación del ajuste; no sólo por la agudización de sus contradicciones intestinas sino por las consecuencias políticas que trae desde la ofensiva de masas.
La previsibilidad es pues, el modo de abrir el paraguas frente a lo que se les viene desde la clase obrera y el pueblo. “Queremos que el impacto sea gradual” apuntó el Ministro Kicillof en una de sus declaraciones y la previsibilidad pretende eso. No hacer gradual el ajuste sino el impacto. Este es un escenario de apresuramientos por hacer, del ajuste, la esencia de la política del poder para descargar su crisis en los trabajadores y el pueblo.
Es decir, no hay nada nuevo bajo el sol. Y la pretensión de disimular mediáticamente y por otros medios la dureza de esta política de los monopolios, equivale a echar más leña al fuego. De allí que sus vacilaciones se dejan sentir a cada paso cuando la confrontación desde abajo rompe con sus intentos en las fábricas, los barrios, etc.
No es casual, por ejemplo, que el eje de las reuniones con las expresiones del poder monopólico y con los gremios haya sido la productividad y el planchamiento de los aumentos salariales, no sólo en referencia a una compensación por fuera del aguinaldo, que por lo menos amortigüe los niveles inflacionarios, sino en referencia a las paritarias venideras, a las que por lógica les quieren poner un tope. Que por otra parte, ya plantea una enconada respuesta desde las propias cúpulas gremiales oficiales y opuestas, que sienten el aliento en la nuca de los trabajadores.
En resumen, la previsibilidad es pretender acordar el ajuste en un marco de crisis política, dominado por sus propias contradicciones e inmersa en una lucha de clases aguda, que comienza a ser dominada por la impronta de las luchas populares, a las que no pueden frenar y a las que la burguesía intenta responder desde el lugar de acoso al que se ve sometida como clase.
Desde la unidad y la acción política de todo el pueblo, el poder monopólico y su gobierno deben sentir con la movilización y en las calles, que al ajuste ya le bajamos el pulgar.