“Saqueos sí, saqueos no”, es el debate que por estas horas, toda la burguesía y sus gobiernos bien alineados le quieren meter al pueblo por la ventana. Y no lo hacen de forma “aséptica”, lo hacen con un claro objetivo político y bien de clase: evitar debatir el fondo de la cuestión.
La vida cotidiana de todos los argentinos de a pie, empeora día a día. Esa degradación en las condiciones de vida es el verdadero mar de fondo de todo lo que está ocurriendo en nuestro país, dibujen como la dibujen. El pueblo quiere soluciones, y la burguesía y sus gobiernos, lejos de acercarlas, nos genera más y más problemas, llenándonos de postergaciones y padecimientos. No resuelven nada a favor de nuestros intereses, pero eso sí: no se ahorran ni una palabra a la hora de justificar lo injustificable. Pero ya nadie les cree, ni la tropa propia…
Embretados en una profunda crisis política a la que no le encuentran solución, ellos como clase se encuentran en un momento en donde necesitan unificarse, pero el profundo marco de confrontación que emerge desde abajo no los “ayuda” en nada.
Sobre los sucesos de Córdoba –entre otras cosas- uno de los temas que han tratado de hacer “pasar de largo” es el que justamente le dio origen: la policía provincial consiguió el aumento salarial que reclamaba, con todos los chiches… Entonces, el hombre “común” enseguida se plantea: no me jodan, la plata está… lo que pasa es que acá el que no llora no mama. Y es exactamente así. Esa es la sensación que tiene todo el mundo y lo que los desenmascara absolutamente y profundiza su debilidad.
Lo que sucede es que la respuesta al poder es la intensidad de la lucha en todos los frentes, los reclamos de todo tipo están a la orden del día; aunque no siempre todo se presente ordenado, limpio y puro, sobre todo cuando se trata de cuestiones de la sociedad humana.
Esto se llama lucha de clases, señores, y se presenta como se presenta, eso es lo sustancial. El cansancio del pueblo es abrumador y ello se expresa luchando, a veces más organizado, a veces menos, a veces azuzado por intereses espurios y otras por desesperación. Pero esta es la verdadera Argentina en donde las clases se enfrentan como sea.
Los revolucionarios debemos levantar la mirada y hacer todos los esfuerzos necesarios desde la movilización del pueblo, para dirigir el golpe contra el ajuste al pueblo. Todo reclamo que se produce en horas de efervescencia, tiene que ver de una u otra manera con quebrarles el brazo a decisiones que ya tienen tomadas los desde lo más concentrado del poder y que no pueden aplicar con plenitud.
Es necesario extender la lucha y separar la “paja del trigo”. Ganar la calle desde esta concepción y con el eje preciso de que el ajuste no pasará, le quitará al poder sus posibilidades de maniobra, profundizará su debilidad, y le permitirá a nuestro pueblo correrse de cuajo frente a cualquier provocación, desde la intensificación de la lucha por los reclamos. Hay que pararlos sí o sí.
Cuando cortan la luz, cuando no hay agua, cuando los precios de los artículos de primera necesidad están por las nubes, la acción de pararlos es lo que se está haciendo y desde allí más y más organización.
Serán días y semanas de mayor agravamiento de una y otra parte, en las clases enfrentadas, y la fuerza y la potencia de las ideas y la acción revolucionarias deben jugar su papel.