Que el sistema capitalista en nuestro país, en particular, y en el mundo en general, está en una profunda crisis estructural de la que ya no podrá salir, es una verdad fundada en la realidad que palpamos a diario.
Cuando hablamos de crisis estructural nos referimos a la crisis política e ideológica de la burguesía y de todas sus instituciones que ya no generan ningún tipo de credibilidad ni expectativa en las más amplias capas populares. Por el contrario, son blanco de los más grandes rechazos y repulsa generalizados. Nos referimos también a que la organización de la sociedad para la producción y reproducción del ser humano y su vinculación con la naturaleza que lo rodea y le da vida, es insostenible. Pero esto no debe confundirse con que la burguesía no pueda hacer negocios.
Por el contrario, en las mayores épocas críticas es cuando los monopolios transnacionales concentran y centralizan capital en forma inusitada:
Veamos algunas cifras proporcionadas por la propia burguesía:
El Mercado de Valores acumuló una ganancia promedio de 88,9% en el principal indicador, impulsado por las fuertes alzas en acciones como las de la energética Edenor, que trepó 213%, y la petrolera YPF, que subió el 188 por ciento.
Veamos que Edenor aumentó su capital 213% y estamos sufriendo la peor carencia de energía eléctrica que se tenga registrada en Buenos Aires y muchas ciudades del interior. Es una gran mentira que faltan inversiones. ¡Lo que no hay son inversiones a favor del pueblo!
Según esas estadísticas burguesas, los personajes más ricos del país, se hicieron aún más ricos:
Alejandro y Carlos Bulgheroni, accionista de Panamerican Energy y Bridas Corporation, con US$ 5.880 millones. Paolo Rocca, accionista de la empresa Techint dueña de Tenaris y Ternium, con US$ 3.400 millones. Gregorio Pérez Companc y Familia, accionista de Molinos Río de la Plata, con US$ 2.800 millones. Eduardo Eurnekian, accionista de Corporación América, US$ 2.200 millones. Y otros destacados oligarcas financieros como Jorge Pérez, Alberto Roemmers y familia, María Inés de Lafuente Lacroze, Luis Alejandro Pagani y Familia, Roberto Urquía y Familia, Edith Rodríguez de Rey y Familia, Alfredo Alberto Román, Hugo Sigman, Samuel Liberman, Enrique Esquenazi y Familia, Carlos Blaquier y Familia, quienes figuran como accionistas de The Related Group, Laboratorio Roemmers, Estancias Unidas del Sud, Arcor, Aceitera Gral. Deheza, Pluspetrol, Grupo Macro, Grupo Insud, Sociedad Latinoamericana de Inversores, Grupo Petersen y Ledesma.
Entre todos estos personajes suman la cantidad de US$ 26.780 millones. Estamos hablando de ¡sólo 15 familias! Pero no mencionan estas estadísticas las empresas transnacionales de mayor envergadura tales como las mineras, petroleras como Chevron, automotrices, bancos, telefónicas, mayoristas eléctricas, cerealeras, etc.
Por su parte, 16.100.000 trabajadores ganan menos de $ 4.000,00 mensuales, según los datos del propio INDEC.
Las mayorías populares sufrimos las consecuencias del ajuste (aumentos de tarifas, transportes e impuestos, inflación galopante, techos en salarios, cortes de servicios esenciales –luz, agua, etc.-).
El gobierno y los propagandistas burgueses nos quieren convencer que, con el paso del tiempo, la brecha entre los salarios y el capital se va a ir achicando. Pero nosotros, los revolucionarios, aseguramos que va a ocurrir todo lo contrario, es decir: los ricos van a ser más ricos y los trabajadores y pueblo en general nos empobreceremos más.
Contra los cantos de sirena que nos prometen que podremos resolver los problemas del funcionamiento de la sociedad capitalista, y que podemos vivir en un capitalismo más justo y generoso para el pueblo, nosotros decimos que esto es imposible y las cifras que señalamos más arriba lo confirman. La organización capitalista de la sociedad y el Estado que la sostiene, ya no tienen cura.
La única alternativa que tenemos para romper esta lógica es profundizar el camino de la lucha que como pueblo venimos transitando. En lo cotidiano, tratando de lograr mejores condiciones de vida (aumentos de salarios, mejores condiciones de trabajo, viviendas, salud, educación, calidad de vida), mientras a la vez vamos uniéndonos, acumulando fuerzas y nos organizamos en medio de esa lucha a fin de crear la fuerza política de la clase obrera y el pueblo capaz de conquistar el poder a fin de dar vuelta la tortilla y organizar la sociedad para que entre todos podamos producir y reproducir nuestras vidas en forma social por nuestras necesidades y aspiraciones.
No tenemos otro camino, se trata de una lucha de clases real. Tan real como la riqueza que se apropian 15 familias y un puñado de monopolios transnacionales a costa del sufrimiento de millones de personas.