En la línea de lo que publicáramos el lunes 13 de enero sobre los sucesos en Francia, el proletariado y el pueblo de distintas latitudes del planeta siguen dando que hablar.
En Sudáfrica, la Asociación de Trabajadores Mineros y de la Construcción (ATMC) en la ciudad de Rustenburg, provincia de North West, planean una huelga general en demanda de mejores salarios y en exigencia de mejores condiciones de trabajo relacionadas con seguridad y el sistema de contratación.
En Melilla, enclave español ubicado al norte de África, el amañado reparto de empleo público para tareas de jardinería, limpieza, etc. provocó la chispa. Cuando se publicaron las listas y se comprobaron que los puestos eran otorgados “a dedo”, se produjo la reacción que derivó rápidamente en enfrentamientos en una serie de barrios, como la Cañada de Hidún.
En Burgos, España, en el barrio obrero Gamonal, una pueblada estalló el 10 de enero la que duró dos días, con duros enfrentamientos, decenas de detenidos y también heridos. Allí, el pueblo salió a la calle a rechazar obras públicas por un monto de 8 millones de euros, absolutamente innecesarias y solamente planificadas para beneficio de las constructoras y los políticos gobernantes. Luego de varias manifestaciones, el día 10 200 vecinos comenzaron la protesta, cortaron la avenida y cuando quisieron ser desalojados por las fuerzas represivas se produjo el levantamiento de prácticamente toda la ciudad.
En Hamburgo, Alemania, toda un área de la ciudad de más de 80.000 habitantes se encuentra en estado de sitio, luego de graves enfrentamientos entre la policía y la población, que manifestaba contra el cierre de un centro cultural.
Las masas en el mundo continúan provocando alzamientos y rebeliones que son las que impiden la recomposición, aunque sea momentánea, de la crisis capitalista. La burguesía encuentra la reacción de los pueblos, acude a la represión, y echa más leña al fuego de la rebeldía. Las luchas por los salarios, las condiciones de trabajo, contra los recortes de los derechos adquiridos, el rechazo a las instituciones putrefactas al servicio de la oligarquía financiera internacional, son el común denominador de estas movilizaciones.
La lucha de clases a nivel mundial adquiere un carácter ascendente para la clase obrera y el pueblo que contagia también a nuestro proceso. Las fuerzas revolucionarias contamos con la Historia a nuestro favor, por lo que la instalación y aparición de una propuesta de disputa del poder político se hace cada día más necesaria y urgente, para dotar a nuestro pueblo de esa herramienta y así aportar también en el rico proceso de lucha mundial que está en marcha.