Ha finalizado la sexta edición del bestial rally Dakar en tierras latinoamericanas, verdadero circo romano contemporáneo de la burguesía.
En esta carrera “vale todo” que despierta “pasiones” en los cholulos de los autos importados, las 4×4, camiones, cuatriciclos y motos de gran cilindrada, participan los “niños ricos que tienen tristeza” en busca de la adrenalina que no encuentran en sus holgazanas y parasitarias vidas.
Allí se juntan príncipes, empresarios, sus hijos, junto a aventureros, algunos corredores en busca de fama y “profesionales” esclavos del mecenazgo – que ahora llaman “sponsoreo”- de grandes burgueses para satisfacer su morbo, y empresas que invierten para imponer su ideología.
La irrupción motorizada en los 3 países que en esta edición 2014 incluye en su recorrido –Argentina, Chile y Bolivia.- ha dejado un saldo, no el económico, que es el único que cuenta para los dueños del poder, sino aquel que contabilizan los pueblos, que ha sido catastrófico, como en todas las ediciones pasadas.
La soberbia burguesa, a través de su invasión cultural, con las distintas ediciones de esta competencia, ha llevado por delante todo lo que encontró a su paso. Violó todas las leyes imaginables, avasalló los derechos de los pueblos y comunidades. A través de sus Estados, reprimió toda manifestación de repudio. Violentó y destruyó territorios vírgenes y centenares de centros arqueológicos, culturales, científicos y naturales únicos para el reconocimiento de la humanidad como los de Atacama y Paso del Inca y naturalizó la muerte de propios y ajenos.
Todo a imagen y semejanza de lo más concentrado de la clase dominante, la oligarquía financiera, paradigma de la crueldad, la destrucción y la rapiña.
Basta levantar la mirada para ver su explotación y opresión sin límites de millones de seres humanos. La apropiación de todos los recursos naturales y su explotación irracional con su secuela de contaminación y muerte. El avasallamiento cultural, y la imposición del esclavismo político. El desprecio por la vida del pueblo trabajador. Basta recordar la frase de CFK de que “mueren en los trenes porque ahora hay trabajo”.
El mensaje que intentan dejarnos es que donde pisa la oligarquía financiera, como el caballo de Atila, “no crece la hierba”.
Pero como lo comprueba la historia, ni Atila, ni su caballo Othar, pudieron parar el avance de la historia de los pueblos.
Hoy, desde las mismas entrañas del putrefacto capitalismo empiezan a nacer, en parto traumático y contradictorio, los nuevos embriones del futuro Estado que devolverá al hombre su centro en esta historia y la posibilidad de comenzar el camino a la empatía con la naturaleza abandonado en los comienzos de la historia humana.