En la reciente aparición pública de la Sra. Presidenta hemos sido testigo de su habitual vehemencia verborrágica que deja en duda su sana condición emocional, pero si nos detenemos sólo en ese detalle estaríamos subestimando un claro y contundente mensaje político que marca los objetivos de la oligarquía financiera y lo que están dispuestos a hacer para llevar adelante sus objetivos económicos, a la vez que deja expuesto el verdadero carácter reaccionario del gobierno de los monopolios.
Resulta que ahora la solución de los problemas de los trabajadores pasa por controlar, nosotros mismos, los precios de los productos, o que la condición de la divisa norteamericana suba o baje.
La impactante reaparición de Cristina y los apresurados anuncios de aumentos para los jubilados y subsidios para los pibes vino a dar respuesta a una profunda crisis política delimitada por el estado de movilización latente de la clase trabajadora que en este último periodo vemos pulverizados nuestros sueldos por el proceso inflacionario y devaluatorio producto de los ajustes implementados.
Dos aspectos de esta realidad dan por tierra toda especulación que pretenda generar expectativa en cuanto el papel “progresista” de este modelo: uno es que, definitivamente, los monopolios son los que determinan el papel que juega el Estado, y otro es que el Estado burgués, es decir, Capitalista, nunca va jugar un papel de policía contra sus propios intereses o sea que no controla ni determina precios ni mercado a favor del bolsillo del consumidor, como les gusta definir a ellos, por más controladores que manden a cuanto hipermercado exista.
Pretenden inútilmente instalarnos un debate que muy lejos está de nuestra preocupación como trabajadores que hoy pasa por un profundo cuestionamiento a la dominación burguesa. Hoy, la oligarquía advierte esto, y los mensajes subliminales de la Presidenta apuntan directamente al corazón de la clase obrera… Primero le quita totalmente autoridad moral -que por cierto nunca la tuvieron- a los intermediarios directos de las negociaciones paritarias –los sindicatos- para plantear lo que en las bases les taladran todos los días millones de trabajadores que es que la plata no alcanza. Segundo, y es aquí donde debemos detenernos, en el planteo más jodido que esta mujer expresa, que es la preservación de la fuente de trabajo.
A esta altura nada nos sorprende de las iniciativas de la burguesía pero a la hora de desnudar su verdadero carácter de enemigos del pueblo no nos debe temblar el pulso a la hora de afirmarlo ya que en sus declamaciones sugiere que en vez de preocuparnos por los salarios debiéramos preocuparnos por la fuente de trabajo. De esta manera confirmamos además el carácter terrorista de este Estado ya que la amenaza de la desocupación se asocia a un pasado reciente al cual, por supuesto, ningún trabajador argentino que haya vivido el periodo Menemista quiera volver a vivir. Una época donde las posibilidades de expresión de descontento se veían censuradas por la amenaza del despido y lo que ello aparejaba que era la nada misma ya que difícilmente existiera la posibilidad inmediata de volver a trabajar.
Esta condición histórica se vio superada, a fuerza de combate sin tregua, juntamente a las nuevas generaciones de obreros que en el contexto de la productividad avanzaron en el enfrentamiento y en la conciencia de lucha por la dignidad, generando condiciones que hoy ponen en peligro los planes de los monopolios.
Pero la represión no es la única forma de ejercer el terror. Jugar con los sentimientos y con nuestra memoria y lo más oscuro que al pueblo le tocó vivir, es terrorismo político e ideológico con todas las letras. Declamaciones como: “si no es esto es la Dictadura con los miles de luchadores desaparecidos; si no es esto es el “Neoliberalismo” de los 90 con los despidos y el desempleo” y, en ese tren, querer imponernos cuanto contrabando exista de impronta terrorista, son ataques inmorales para intentar paralizarnos con el miedo y el terror.
Pero la diferencia es que hoy, en la clase trabajadora y el pueblo, se gesta de manera decidida la idea de: qué tal si no es esto y es la construcción de una sociedad que termine con esta dominación burguesa y sus pretensiones reaccionarias de seguir enriqueciéndose y robarnos eternamente.