Una y otra vez, las movilizaciones obreras y protestas sociales en el mundo, hacen temblar los cimientos de un capitalismo en estado de putrefacción. Millones de seres humanos se encuentran movilizados todos los días contra la barbarie que provocan las políticas de miseria y explotación de la oligarquía financiera a nivel mundial.
En este mismo marco, las calles de Bosnia-Herzegovina, ardieron en llamas desde el miércoles hasta el día de ayer inclusive, tras las violentas protestas llevadas adelante por la clase obrera y el pueblo del país balcánico, tras la profunda crisis económica y social que sufre la población, producto de las políticas de gobierno, que llevaron a elevar los niveles de pobreza y desocupación en gran medida, en un país donde el salario promedio, no supera los 500 euros.
Las jornadas de protesta comenzaron con las movilizaciones obreras en la ciudad de Tuzla, donde el cierre de diferentes fábricas industriales y otras que fueron privatizadas, fueron el motivo para que los obreros afectados se unieran y salieran a movilizarse. Inmediatamente se les sumaron los estudiantes de esa ciudad y organizaciones sociales y políticas, que comenzaron a apedrear los tribunales locales y el enfrentamiento con la policía.
En cuestiones de horas, la movilización que había comenzado en una ciudad, se multiplicó en 30 ciudades diferentes, en solidaridad con los obreros de Tuzla y en protesta contra todos los políticos funcionales del Estado capitalista de ese país. En Sarajevo, los manifestantes prendieron fuego a una parte de la sede gubernamental. En la ciudad de Mostar los manifestantes ocuparon edificios de gobierno y sedes del partido oficial. En la ciudad de Zenica la protesta social se movilizaba al grito de “Ladrones” y “Revolución”, donde también los choques con la policía dejaron un saldo de 55 heridos con 23 de ellos pertenecientes a las fuerzas de seguridad.
Estas y otras ciudades, fueron centro de violentos enfrentamientos, saqueos a supermercados y comercios e incendios y toma de sedes de gobierno.
Por su parte, el ministro del interior bosnio, Fahrudin Radoncic, aterrorizado y acorralado, definió a la masiva movilización, como «un tsunami de los ciudadanos robados».
La ya denominada “primavera” de los Balcanes, en referencia a la “primavera” árabe que identifica las estupendas movilizaciones que voltearon gobiernos en Egipto y Túnez, son una nueva experiencia de una oleada de movilizaciones, que los pueblos del mundo protagonizan permanentemente en cada rincón del planeta y que van preparando las condiciones para las necesarias revoluciones sociales a manos de la clase obrera y el pueblo, en función de sus intereses y no de la ganancia capitalista.