Al leer el título, estimado lector, quizá pensó en el clima y tal vez no se equivoque, es el clima político, el de la lucha de clases que transita el díscolo camino de la inestabilidad.
Son semanas de mucho dolor, angustia, la clase dominante es caótica y nos lo hace saber a cada paso. Ella lo transmite en forma militante.
Lo curioso del tema es que a los ojos desprevenidos parecería que la lucha de clases no ha intervenido en la actual situación. En medio del caos que ha creado, la oligarquía financiera quiere demostrar que como clase toma iniciativas y el pueblo debe nuevamente empezar de cero su camino de conquistas.
Los revolucionarios que analizamos las cosas desde la lucha de clases pensamos que lo que estamos viviendo, desde hace mucho, es el constante rechazo de la clase obrera y el pueblo a las políticas de la burguesía. No fue en vano el despliegue de movilización, de metodologías revolucionarias, de nuevas y nuevas organizaciones autoconvocadas enfrentando toda política de injusticia política y social.
La burguesía monopolista y su actual gobierno no pudieron navegar por aguas tranquilas, su dominación de clase incipientemente cuestionada recibió embates muy duros desde la lucha popular. Estos enfrentamientos no sólo dividieron el frente burgués sino que dividieron también las aguas propias del gobierno. Lo debilitaron, lo hicieron meter en el laberinto de la crisis política.
Desde esta óptica que planteamos, la burguesía monopolista a pesar de seguir su marcha insaciable de negocios, trastabilla, toma iniciativas no duraderas con fuertes dudas. En el plano político quiere aparecer a los ojos de los explotados y oprimidos como “clase dominante”.
Ellos vienen de atrás, en estas semanas, a su modo, y protegiendo sus intereses, ellos han dado respuestas a la lucha del pueblo. ¡A no confundirnos!
Son ellos que deberán soportar la andanada de iniciativas de lucha del pueblo en un espiral ascendente. Las cosas no están como antes, se incrementa la necesidad de unir fuerzas bajo un proyecto político de cambio revolucionario, son cada vez más las fuerzas decididas a enfrentarlos y ellos lo saben. Hay una nueva e insistente aspiración de importantes sectores de la sociedad a tener un puesto de lucha.
Los revolucionarios, dentro del enfrentamiento popular, los deberemos seguir atacando en todos los flancos, seguir batallando en la plena movilización de masas como hasta ahora, perfilar el timón hacia la salida de una alternativa política que sea leída en nuestro pueblo como revolucionaria y sentida en el corazón de millones como sólida para enfrentar los desafíos que la clase dominante nos impone.
Estamos bien desde la lucha y la masividad, lo mismo nos pasa con la vertebrada unidad popular que se está gestando desde el Llamamiento 17 de agosto y, no menos importante, las miles de fuerzas organizadas bien pegadas al pueblo que pululan en la sociedad explotada y oprimida, sin embargo hacemos un ferviente llamado a confiar en las fuerzas que estamos enfrentados al sistema, ser tolerantes de este lado de la barricada, deponer viejas prácticas que devienen del proceso electoralista. La confianza será la principal herramienta para que el potencial de fuerzas se siga transformando en fuerza material.
Es una época de mil batallas aún mayoritariamente desordenadas lo que nos advierte que desde lo más profundo de nuestro pueblo, de las fuerzas ya gestadas luchemos por aunar esas batallas sin perder de vista el norte de cambio revolucionario.