Los medios titulan que el gobierno, con la intención de socavar la convocatoria a la huelga general del 10 de abril, prometió a los sindicatos que le responden subir el piso del cálculo del impuesto a las ganancias que nos roban a los trabajadores.
De promesas no vive el ser humano, y mucho menos cuando lo que se “promete” es subir el mínimo imponible de un impuesto que definitivamente no se debería cobrar al trabajador.
Volvemos a reafirmar: el salario no es ganancia. El salario es la mínima parte del trabajo que el capitalista remunera al obrero, mientras el resto de ese trabajo va a parar directamente a los bolsillos del capitalista. Es decir que además de robarnos pagándonos una ínfima parte de lo que nos corresponde por la riqueza producida por nuestro trabajo, se nos cobra un impuesto. Un robo en toda la línea mientras los jueces, la renta financiera, la compra venta de acciones, no están alcanzadas por dicho impuesto.
Con los aumentos salariales de este año, el impuesto alcanzará a millones de trabajadores que antes quedaban afuera de este robo organizado. Y subir el mínimo (como reclama todo el arco político burgués) es seguir yendo detrás de la zanahoria.
Aquí no vale ninguna justificación progresista de que los trabajadores que más ganan tienen que ser solidarios con el resto; esa es una falacia monumental que esconde que los trabajadores generamos la riqueza que luego la burguesía dispone para sus intereses exclusivos. El impuesto al salario es una forma más de achatar nuestros ingresos mientras con esa masa de dinero el Estado al servicio de los monopolios lo “devuelve” a sus patrones con préstamos blandos, subsidios de todo tipo, exenciones impositivas y los mil y un mecanismos financieros que se les ocurra inventar.
Por eso hay que luchar por la definitiva derogación de esta estafa a los trabajadores y el pueblo. Esta lucha debe ser tomada por la clase obrera y demás asalariados como una parte intrínseca de la lucha por mejorar nuestros ingresos, sin conceder en lo más mínimo que se mantenga este verdadero tributo a la infamia. Las organizaciones de base que se vienen construyendo en los centros de trabajo, practicando la democracia directa y la asamblea para la acción independiente de los trabajadores, deben tomar esta bandera como parte de los reclamos políticos que la clase obrera argentina debe pelear en su lucha abierta contra la burguesía monopolista y sus gobiernos; desde allí, nuclear alrededor de esta y otras reivindicaciones para un gran movimiento de lucha desde abajo que permita lograr el objetivo de la derogación definitiva junto al avance en la organización obrera.